Qué exagerada, venga va, todos no, pero sí la mayoría.

Y no he cambiado eh, sigo siendo la amiga gorda y simpática de toda la vida, la diferencia es que ahora tengo los ovarios mejor puestos que la Beyoncé, pero vamos, que sigo con mis kilos de más, mi risa escandalosa, mis pecas en la cara, mi fanatismo por los videojuegos y la literatura, mi afán por comer cosas ricas y una libertad para dejarme ser yo misma que a veces me sorprende hasta a mí, para qué os voy a mentir.

En el colegio y en mi época del instituto casi que no supe qué era el amor correspondido, me dedicaba a enamorarme fuerte y sin piedad de forma platónica del más rarito del local en el que me encontraba y a correr, pero nunca supe qué era eso de sentir una conexión y poder disfrutar de ella. Tampoco es que yo llorara cada noche por echar de menos algo que no sabía ni lo que era pero sí que escocía, dolía, arañaba.

Siempre he sido una chica bastante segura de mí misma, desde que tengo uso de razón. Soy gorda de cuna y muy, muy pocas veces me he sentido acomplejada por mi físico. Nunca me han importado los comentarios despectivos al respecto, ni por parte de desconocidos, ni familiares, ni amigos. Siempre he sabido que estoy así porque quiero estar así, me acepto, me quiero y me cuido y si algún día quiero cambiar algo de mí misma, será porque yo tome la decisión, no porque nadie externo a mí me haga cambiar de idea.

El caso es que últimamente no sé qué me pasa pero ligo, ligo muchísimo, tengo a varias personas detrás y de verdad que se me hace raro, que yo lo asumo y juego mis cartas lo mejor que puedo y que sé, pero eso no quita que me pille de susto, que me pille desprevenida, que haya veces que no sepa actuar ante un ‘madre mía, Tere, qué polvazo tienes’.

Que sí, que yo sé que lo tengo, porque me conozco y me encanto. Sé que soy una tía empática, inteligente y muy válida en muchísimos aspectos, sé que tengo un potencial sexual muy alto, que me encanta la sensualidad y que en medio de la música me muevo como pez en el agua, pero claro, todo eso siempre lo he sabido yo, no me lo han dicho.

Igual es porque me muevo en el ambiente del mundo del teatro y me gusta pensar que los que nos dedicamos a esto tenemos un grado de amor por el físico, cuanto menos, distinto. Pero es que no, tampoco, eso no me gusta pensarlo porque es que últimamente atraigo a señores y a señoras allá donde voy y no sé muy bien de dónde vienen estos aires de poniente, la verdad.

Aunque igual os estoy mintiendo un poco, sé que viene todo de la actitud, mi actitud. Viene prácticamente todo de la actitud que he tomado ante la vida, que sí, que yo siempre he sido segura de mí misma, pero es que ahora no me da ni el más mínimo grado de vergüenza ser como soy, ahora si pienso algo lo digo, si me gusta algo lo digo, si no me gusta también. Así que así voy, ¿que me gustas? Te lo hago saber. ¿Que me quiero tomar un café contigo? Pues te lo pido. ¿Qué quiero frotifroti contigo mientras suena el J Balvin? Pues te engancho por banda.

Antes yo siempre decía que era la eterna mejor amiga, siempre soltaba el discurso de que los hombres me veían como colega, que a mí nadie me quería para nada amoroso-romántico-sexual-festivo, pero es que claro, también era así como yo establecía la relación. Yo iba de amiga, de oídos, de te escucho, de tú habla que yo trago y claro, no, así no.

O sí, todo depende, que ahora también soy así, pero no con todos. Ahora soy yo quién decide qué quiere, con quién lo quiere, cómo lo quiere  y cuándo lo quiere y la verdad, os sorprendería el efecto que causa la vaina. No os voy a decir que tío que me mola, tío que me llevo al huerto, pero prácticamente, la verdad. Y no, no estoy exagerando, pero si hay algo que odio en la vida es la falsa modestia y yo este año estoy ligando como en mi vida, chica.

De hecho es que no dejo de preguntarme qué habría pasado durante mi adolescencia si hubiera tenido la actitud que tengo ahora ante la vida, pero bueno, eso nunca se podrá saber. Solo diré que no me arrepiento de nada, que estoy muy orgullosa de lo que fui, de lo que soy y espero estarlo de quien seré, la verdad.

Así que nada, pretty ladies, actitud a fuego, que la vida está para vivirla.