Por muy amante de las tradiciones que seas, me reconocerás que el boca- oreja, en lo que a cuentos infantiles se refiere, ha perpetuado unos valores y estereotipos muy difíciles de entender en la sociedad actual.
Ya hablamos en “quien eres y porque me besas” de que las niñas de hoy en día no tragan con los príncipes desconocidos que les plantan un beso sin su permiso. Y ahora es el turno de nuestra generación. Porqué…
El cazador no te salvaría de un lobo disfrazado de abuela. Tú mandarías un WhatsApp a tu grupo de amigas y ellas vendrían a por ti. Además, dudo mucho que te dejaran ir sola por el bosque, seguro que alguna se apuntaría al plan.
Rapunzel nunca lanzaría sus trenzas torre abajo para que un desconocido trepara por ellas. ¡Con lo que cuesta que crezca el pelo! Tu amiga, al no saber nada de ti durante tu secuestro, pondría patas arriba el mundo hasta encontrarte. Y lo haría sin usar ninguna parte de tu anatomía.
Aladdin no se la habría colado a la princesa Jasmine, ya que ella habría viajado y vivido tantas aventuras con sus amigas que no tendría la necesidad de casarse con un hombre para poder salir del castillo.
¿Y qué decir de Cenicienta? Ninguna amiga, después de perder a tu padre, te dejaría sola. En la vida real, una buena amiga hubiera ido a verte a menudo y no habría cabido la posibilidad de que tu madrasta te esclavizara. Ni príncipes sin memoria ni nada, querida: de esta te salva una buena amiga.
La verdad es que ha sido terapéutico reescribir los cuentos de nuestra infancia y actualizarlos. Porque, entre nosotras, en los cuentos te rescata un príncipe, pero sabes tan bien como yo que, en la vida real, lo haría tu amiga.