“Para sentirte más tranquila, imagina que están todos desnudos”

¿A quién se le ocurrió esta maravilla?

Siempre que me han dicho esto a la hora de hacer una exposición en distintos ámbitos de mi vida, mi mente ha ido más allá y he visualizado esos cuerpos en otras tesituras.

Esta confesión va a hacer que quede de salida, pero, ¿no os ha pasado nunca que habéis conocido a alguien y de repente os imagináis cómo sería en la cama?

Si la respuesta es no, ya está, tengo que hacérmelo mirar.

Ahora en serio. Según mueva las manos, sus miradas, su expresión corporal, la manera en la que se toque el pelo, etc, te puedes hacer una idea de cómo es esa persona en la intimidad.

La voz también influye mucho. Cuando me encuentro con gente con risas o tonalidades acústicas raras, enseguida diseño sonidos que solo se podrían hacer entre las sábanas de un dormitorio o en la sala de un dentista cuando sientes mucho dolor.

Lo peor de todo esto es que no solo te imaginas a futuros idilios amorosos, que eso es regular porque te puedes hacer falsas esperanzas, pero es mucho peor cuando extrapolas esas ilusiones calientes a amigos, jefes, compañeros de trabajo o familiares.

Como es de esperar, muchos de ellos darán grimita, pero es evidente que en la imaginación reside nuestro mayor poder.

Cuando tenía unos 12 años, vi mi primera porno y creo que eso fue lo que provocó ese tic en mi cabeza.

No me sorprendió mucho lo que vi, la verdad, pero lo que sí ocurrió es que no dejaba de pensar en sexo constantemente.

Me dio tanta vergüenza comentarlo que fue mi secreto mejor guardado hasta el momento.

Hace poco mi jefe me estaba hablando y no podía dejar de pensar que tenía unas marcas sospechosas en el cuello. De repente, mi mente dibujó una escena en la que era el empotrador máximo y tuve que salir de su despacho porque era un poema del Marqués de Sade mi cara en ese momento.

En ocasiones me pregunto si debe ser algún tipo de sexlexia o filia rara que tengo, porque el caso es que no puedo decir que me resulte asqueroso ni excitante, pero no puedo dejar de pensar en esas cosas.

Sí que es cierto que no es algo premeditado. A veces surgen circunstancias en las que mi imaginación vuela, se vuelve sexy y dibuja escenas de varias X con actores ya conocidos y reconocidos en mi psique.

No es algo de lo que esté orgullosa ni pueda ir contando por ahí, la verdad. Mi mayor miedo es que me juzguen. A veces, me he llegado a pellizcar a modo de castigo cuando pasa, pero créeme, no ha sido una buena solución.