Errores que cometí cuando me divorcié
El día que me casé pensaba que lo hacía para toda la vida.
Imagino que como todos los que se deciden a dar ese paso.
Teníamos planes de ahí a la eternidad. Casarnos. Viajar. Comprar un piso. Tener hijos. Verlos crecer. Envejecer juntos.
Y todo fue más o menos según el plan previsto hasta lo de tener hijos. Porque los vimos pasar de bebés a niños, pero los estamos viendo crecer por separado.
Pese a que no fue una tarea sencilla, en la actualidad puedo decir que he superado la ruptura de nuestro matrimonio. Incluso que tengo una buena relación con mi ex.
No obstante, si pudiese volver atrás, cambiaría muchas cosas que hice durante el proceso de separación. Pues, aunque en el momento no era para nada consciente, con el tiempo me he dado cuenta de los errores que cometí cuando me divorcié.
Ceder a la culpa. Creer que lo nuestro se estaba rompiendo por mi causa, porque no era suficiente, porque no era buena, porque lo había estropeado. Ese fue el primer error.
Mi matrimonio no se fue al garete por la irrupción de una tercera persona ni por incompatibilidad de caracteres ni nada por el estilo. Me resultaba más fácil entender que era culpa mía a que simplemente se nos había acabado el amor.
Y con esto todavía fresco, llegó el segundo error, comparar mi relación con las de mi entorno. O sentir envidia de mis amigas y sus perfectas relaciones de pareja. Que ya sé que no es oro todo lo que reluce, pero en aquel momento a mí me parecía que todo el mundo a mi alrededor estaba profundamente feliz y enamorado. Lo cual me hacía sentir que había fracasado, así como volver al error número uno.
Errores que cometí cuando me divorcié
El que aún era mi marido tenía claro que lo nuestro estaba herido de muerte y no dudó en ningún instante de que lo único que podíamos hacer era seguir caminos diferentes. Quería que nos separásemos más el posterior divorcio y lo quería cuanto antes mejor. Así que, presionada por la firmeza de su decisión, y arrastrada por mis emociones descontroladas, yo no dejaba de actuar de forma visceral. Todos mis actos y todas las decisiones que tomé fueron en caliente. No me detuve a meditar, no me di tiempo para reflexionar, tomar perspectiva y analizar lo que estaba ocurriendo más allá del dolor de un trance para el que no estaba preparada.
Lo que hice fue otro gran error, aferrarme a lo que teníamos, pese a que estuviese roto. Quizá mi marido ya no durmiera en nuestra cama, pero yo no estaba dispuesta a desprenderme de la familia que éramos. Ni del hogar que habíamos construido. Literalmente. Me negué a deshacerme del piso, me negué a buscar otro lugar donde empezar una nueva vida. Porque no quería. Yo tenía los medios para ser económicamente independiente, podía permitirme ceder, alquilar una nueva casa, poner esa a la venta y empezar de cero junto a mis hijos en lugar nuevo. Pero no. Me obcequé, prolongué el proceso mucho más allá de lo debido, a sabiendas de que no estaba haciendo lo correcto, y castigué con ello a mi ex todo lo que pude y más.
Además de castigarlo, cometí el error de enfocarme en la forma en que mi ex gestionaba la separación, en lugar de centrarme en cómo lo estaba haciendo yo. Me pasaba el día pensando cómo se sentía él. Si estaba feliz con ello, si era desdichado. Si sufría o no. Me torturaba pensando si ya estaría saliendo por ahí con otras. Mientras me dedicaba a echarle de menos y a ponerle verde a la vez, dejé totalmente de lado mi duelo por la separación y la gestión de mis emociones.
Errores que cometí cuando me divorcié
Lo pasé mal, fue una temporada horrible para mí. Porque no me lo esperaba, porque todos mis planes y sueños se iban a la mierda, porque no sabía qué iba a hacer, porque no tenía las herramientas para trabajar con toda esa frustración. Y fue peor porque no pedí ayuda. Me encerré en mí misma y me lo comí todo yo sola.
Me equivoqué de plano al no buscar el apoyo que mi familia y amigos me ofrecían. La vergüenza pudo más.
Ahora soy otra.
Ahora sé que estamos infinitamente mejor así.
Pero lo aprendí por las malas, alargando sin necesidad el final de nuestro matrimonio y haciéndonos daño a todos los implicados por el camino.
Anónimo
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