La penetración es fantástica, no seré yo quien lo niegue, pero me da la sensación de que muchas personas consideran que eso es lo más top del mundo y que el resto de prácticas están a un segundo nivel cuando no.

Imaginaos la siguiente situación:

Pepita queda con Juanito, un tío mega guapo, listo y divertido que ha conocido en Tinder. Se toman un par de cervezas y acaban en la casa de Pepita. Juanito le come la parrusa y Pepita le come el rabo y se quedan dormidos. Al día siguiente, Pepita cuenta por el grupo de WhatsApp su sexperiencia.

Estoy segura de que a más de una, dos y tres personas les parecerá raro que hubiese sexo oral y no penetración, pero si hubiese sido al revés y solamente hubiese habido mete-saca nadie diría nada.

Esto tiene que ver con los preliminares, un concepto que odio y suele englobar las caricias, los besos, la masturbación y el sexo oral. La expresión (pre)liminar da a entender que estas prácticas son algo que se da antes de la penetración, como un telonero un poco malo que te entretiene antes del concierto bueno.

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Me indigna esta creencia porque una buena mamada o una buena comida de coño puede ser cien veces más satisfactoria que un polvo conejero.

No sólo puede ser más satisfactorio comer un rabo, sino que me parece cien mil veces más íntimo que el mete-saca. Lo mismo opino de los cunnilingus.

Al fin y al cabo, estás cara a cara con la zona más erógena del cuerpo de tu ligue, notando su sabor, su olor y su excitación en tu boca. Dominas por completo la situación y si me apuras le tienes agarrado por los huevos literalmente. ¿Cómo no va a ser eso más íntimo que la penetración?

Por eso desde aquí os pido que valoréis más el sexo oral, amigos y amigas. No sólo porque se trata de una actividad tremendamente placentera y excitante que no tiene nada que envidiar a la penetración, sino porque demuestra una confianza e intimida que ya le gustaría al mete-saca.

 

Anónimo

 

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