Y de repente, llega el momento en el que decides comprarte un bikini con la braguita más destapada de lo que estás acostumbrada a lucir. 

Esa prenda, la cual, una vez puesta, se ve de todo menos tela. La misma con la que te has prometido no  guardar en un rincón del armario y actuar como si en realidad, no la hubieses pedido  nunca. Porque si ya es difícil decidir si comprarla o no, imagínate pensar en estamparla sobre tu cuerpo y que aparezcan al mundo más chichas de las que te saldrían  con las que usas normalmente.

Pues sí amores, estoy hablando de la famosa braguita  brasileña del bikini. Esa en la que todas alguna vez hemos intentado visualizar nuestros cuerpos y  que pensamos que queda bien a todo el planeta, menos a nosotras mismas. 

Por eso mismo, me he decidido a relatar  las cosas que se le pasan a una por la cabeza en el instante  definitivo. ¡Sí señoras! a esa mismo momento me refiero… al día que te lo pruebas.

Una vez que llega el paquete con la ropa de playa, tu cabeza actúa como si te hubieras bebido 4 cubatas de golpe y  bien cargaditos , centrándose solamente en el conjunto de playa y viendo todo lo demás borroso.

Lo sacas de la bolsita que lo cubre, lo estiras encima del sofá, el cual, cinco minutos antes, has estado repasando y colocando cada centímetro de la tela de la funda para que esté lo mas plano posible, solo para poder ver toda tu inversión de ese día  junta.

 Después de un par de minutos, notas como tu mente poco a poco se va volviendo sobria y empiezas a darte cuenta de  lo bonito que se ve lo que has elegido para ti en la vida real. Con ese estampado que tanto te gusta, esos volantitos tan bonitos que lleva la parte de arriba… Y sin pensártelo dos veces te lo pones , eso sí, siempre delante del  espejo más largo que hay en toda la casa, para poder apreciar lo hermoso que te queda de arriba abajo.

Una vez puesto, sabes que te encanta… pero empiezas a pensar cómo se lo va a tomar el resto del universo y en ese preciso momento la idea que tienes tan fantástica sobre tu set de verano, empieza a desvanecerse.

Porque claro, si se te sale un poco más de carne de lo que toca , la cosa ya no va tan bien, y dejas de verte bella para pasar a pensar que se va a acabar el mundo y toda la playa va a dejar lo que está haciendo para mirarte a ti con tu braguita brasileña.

Pues déjame decirte que NO es así, la forma de tu cuerpo no va a cambiar en el momento que te cubras con una ropa o con otra. Tu silueta va a ser la misma poniéndote treinta capas de ropa como si solo te pones una. Y tu culo será el mismo (igual de maravilloso), con braguita de talla alta que con un tanga. 

Así que no lo pienses más y atrévete a estrenar lo que tanto deseas llevar en secreto, porque el mundo va a seguir girando y tú te vas a sentir mejor contigo misma por ser valiente. No sabéis el subidón que da verte por fin en la playa con ese bikini precioso con el que tanto habías soñado.

Y es que no es solo lo que te pongas, sino la actitud con la que te lo pones. Osea que tira los miedos a la basura y corre a ponerte ese bikini que has estado apartando hasta ahora. Si te flipa, póntelo. Y a quien no le guste ¡Que no mire!.

 

Mapy’HS