¿Os acordáis de aquel anuncio de unos conocidos almacenes que ponían en la televisión a finales del mes de agosto que anunciaba la vuelta al cole? Cuando era niña me horrorizaba pensar que se acababa ya el verano y volvía el colegio. Ahora como madre, estoy deseando que empiecen las clases.

Están muy bien las vacaciones, la playa, la piscina… pero tener a tus hijos 24 horas en casa es agotador. Da igual si estás en casa, porque te ha tocado trabajar y no has podido irte de vacaciones, o si tienes la fortuna de teletrabajar y te has ido a tu casa del pueblo para que los niños cambien de aires. Dos meses y medio de vacaciones escolares son demasiadas vacaciones.

Los niños se aburren hasta de ir a la piscina, dan la tabarra, cuando tienes varios hijos lo único que hacen es pelearse entre ellos, se pasan el día comiendo o viendo la tele porque no tienen nada mejor que hacer. Y encima se acuestan tarde y se levanta pronto.

Amo a mis hijos, pero necesito tener tiempo para mí. Volver a ir al baño sin espectadores, disfrutar del silencio, ver en la tele lo que a mí me apetezca, dejar de escuchar quejas por la comida, quejas por la ropa, quejas por el calor, quejas por “no quiero ir a ese sitio”.

Tengo amigas que cuando llega el verano se piden una excedencia en el trabajo y se van a su segunda residencia con los niños. No porque quieran, no porque sean unas vacaciones para ellas, lo hacen porque es la única manera de conciliar, de cuidar a sus hijos durante el verano, no cobrar nada durante dos meses y medio para encargarse de sus hijos. Y no las envidio para nada. Dos meses y pico en la playa con niños tiene que ser extenuante.

 

Y ya si eres de las mías que ni pueblo tienes para escapar unos días, ni piscina en la urbanización, estar todo el verano metida en un piso con dos niños, puede ser lo más parecido al infierno. Lo del infierno, lo digo por el calor que hace en verano, no os vayáis a pensar que…

Los niños no se cansan, no se quieren echar la siesta, quieren actividad continuas. Lo siento, llamadme mala madre o lo que queráis pero 24 horas al día con mis hijos es más duro que trabajar ocho horas en un trabajo que odias.

Ya no sé qué inventarme para entretenerlos. Estoy harta de jugar a juegos de mesa y de estar tirado en el suelo jugando a los coches. Hemos hecho manualidades, hemos cocinado, leído cuentos, hecho deberes y hasta un día les di una brocha para que me pintaran la pared del pasillo con tal de que se entretuvieran…

No quiero que se malinterprete lo que digo. No estoy en contra de las vacaciones escolares. Entiendo la importancia del tiempo libre, del descanso y de la desconexión. Pero creo que, en nuestra sociedad actual, donde muchas familias tienen que hacer malabarismos con el trabajo, las responsabilidades del hogar y la crianza de los hijos sin mucho apoyo externo, deberíamos reconsiderar cómo organizamos esos periodos de descanso.

Tal vez la solución sea ofrecer más opciones de campamentos de verano o programas educativos. Encontrar colonias de verano en agosto es muy complicado, al menos en mi ciudad. En julio te encuentras con todo tipo de opciones para los niños: las escuelas infantiles están abiertas todo el mes de julio y los coles de mi zona también, pero en agosto todo cierra. Si eres padre estás casi obligado a cogerte las vacaciones en agosto. Siempre y cuando la empresa esté de acuerdo con dártelas en agosto, que no siempre se pueden coger las vacaciones cuando uno lo desea.

La vuelta al cole no solo significa un respiro para mí, sino también para mis hijos. Ellos también necesitan volver a la rutina, tener unos horarios, ver a su compis del cole. Al final, como madre, todo lo que quiero es lo mejor para mis hijos. Quiero que disfruten de su infancia, que tengan recuerdos felices de sus veranos, pero también quiero que disfruten de una madre en sus cabales, con una salud mental en condiciones.

No sé vosotras, pero yo en los meses de verano les grito más que en todo el año, y es porque me siento totalmente desbordada por la situación. Necesito ese equilibrio, ese punto medio donde todos podamos ser felices, donde yo disfrute de mis mañanas libres y ellos aprendan cosas nuevas en el cole.

De todo esto saco una conclusión y es que el colegio es una bendición divina y los profesores son seres sobrenaturales que nos quitan la vida en junio, pero en septiembre nos la devuelven.