Llevo tanto tiempo intentando ocultarlas, aplastarlas, reducirlas como años llevan estos bultos bajo mis pezones, desde que empezaron a crecer sin parar hasta el día de hoy. Dicen que las orejas y la nariz nunca dejan de crecer mientras vivimos, añado: mis tetas.

Y no me equivoco, lo juro.

Echo un vistazo a las fotos que tengo de cuando era “algo “más joven y las veo, ¿pero cómo eran tan pequeñas? Si en aquellos tiempos me ponía sujetador y dos tops para que no se me notaran, yo deseaba ser plana como la mayoría de mis amigas. ¡Claro! Por eso no se me notaban, ¡si me faltaba vendarme como las momias! Al tiempo me enteré de que aquellas que me llamaban pechugona, uno: simplemente sentían envidia de que yo sí llenara las camisetas y pudiese lucir algún escote; y dos, no sabían ellas tampoco que pechugona soy ahora, entonces era de “teta que en la mano entra”.

Porque a mí, nunca me han ido a menos.

Incontables veces he oído el típico comentario que me rebota en el cerebro cada vez que alguna pierde peso: “he perdido unos kilos, pero ¡jo! Lo primero que me bajan son las tetas…lo que me faltaba…” Meeeeeeee, en mi vida. Ya he podido perder los kilos de grasa que limpiaron los de Villarriba y Villabajo juntos, que mis pechos siguen vacilando con el mismo volumen y chulería: ¡Ey, has bajado kilos, eh! Ya no tienes tanta barriga ¿no?, ¿y qué más te da si con nosotras no puedes vértela?

Y es que ellas son así, muy pesadas. Tan pesadas que alguna vez se me ha pasado por la cabeza pasar por el quirófano para reducir unas tallas y liberar un poco mi espalda. Pero luego pienso que en el fondo son mis compañeras de vida.

¡Ay, cuántas cosas habrán visto ellas!

Cuántos aros de sujetador se habrán clavado en sus costados, cuántos halagos han recibido, cuánto alimento dieron a mi bebé, cuántos mordiscos con dos putos dientes se habrán llevado (y no hablo solo de los del bebé…) y cuántas miradas furtivas al canal que dejan entre las dos cuando se juntan, se vienen arriba y se dejan ver. ¿Qué sería yo sin ellas? ¿Sería realmente feliz? Nah, pensándolo mejor…en vez de liberar mi espalda, las liberaré por fin a ellas y así podré ser una PECHUGONA FELIZ.

MUXAMEXAOYI