Hace ya un tiempecillo leí (en una cuenta de Instagram) que la sangre menstrual es buenísima para un montón de cosas. Que no digo yo que no, pero claro, soy de esa generación en la que todavía la regla era un tema un poco tabú. Sin embargo, lo pensé y llegué a la conclusión de que algo que en principio está hecho para dar vida, malo no será.

Ya en mi anterior menstruación, el último día, cogí la copa y me tiré la sangre por el pecho.

No os voy a engañar; la estampa era un poro perturbadora. Todo esto sin mencionar que estaba en el gimnasio. Como siempre iba a la misma hora ya sabía que no iba a entrar nadie (y además, que tal cual me la tiré por encima, me giré y me metí debajo del chorro de la ducha) pero, ¿os imagináis que en ese momento entra alguien y me ve llena de sangre? No sé muy bien cómo hubiéramos reaccionado ambas…

Conjeturas aparte, yo ya me quedé con la copla. Y en esta última regla guardé la sangre. Cogí un tarro de cristal (es importante comprar cristal porque es reciclable hasta el infinito) y allí vacié la copa un par de veces.

Tampoco os penséis que me dio para hacer un cocido, pero bueno. Iba pensando a ver con qué la podía mezclar (aloe vera, un huevo batido… yo qué sé, a ver qué encontraba por ahí) cuando mi chico volvió de viaje y se encontró el bote con sangre en la nevera.

  • Cariño, ¿qué es esto rojo que hay en un bote de pepinillos?
  • ¡Ah sí!, es la sangre de mi regla

Buenooooooooooo… DRAMA.

Bueno, hoy que yo sabía que él tenía una cosa e iba a llegar tarde le he dado salida a la sangre. Me he hecho una mascarilla para el pelo y otra para el resto de mi ser. Ambas iguales, salvo que a la del cuerpo le he añadido aceite de oliva.

Y chica, no me noto nada espectacular pero tampoco puedo decir nada malo. A ver, que también tengo que ser sincera y contar que es que yo creo que muy bien no lo estoy haciendo. Porque claro, yo hago ahí una mezcla que ríete tú de Masterchef. Luego me lo echo por encima pero y luego… ¿luego qué?

Muy hippie, naturista, animalista, terrorista del reciclaje… pero no me apetece estar 15 minutos embadurnada de huevo, yogurt, miel (es que he arrasado la despensa y la nevera) y sangre… así que tal cual me lo pongo, tal cual me lo aclaro.

Por eso pienso que bien bien, no debe estar. Pero oye, he dado el paso de hacerlo, que me consuelo con que ya es.

Yo nunca me sentí especialmente orgullosa de tener la regla, para mí siempre ha sido engorroso, doloroso y sucio. No porque me sintiera sucia, sino porque casi siempre ensuciaba sábanas, bragas y todo lo que tuviese a bien poner entre mi coño y el medio exterior.

De un tiempo a esta parte, gracias al proceso de amarme a mí misma, he dejado de odiar a mi cuerpo (algo que llevo haciendo muchos años y que aún hay días que cuesta) y de paso estoy aprendiendo a aceptar todos sus procesos. Siempre he sido defensora de la filosofía del “que cada uno haga lo que le dé la gana” así que intento predicar con el ejemplo.

Lo que yo leí (primero en Insta y luego ya busqué en google) es que te quita las verrugas, que a las plantas les alegraba el alma que da gusto, que está repleta de células madre por aquí, de plasma por allá… Bueno, una MA-RA-VI-LLA.

Iba leyendo y pensaba que esto es más efectivo que el hialurónico. Digo «se me va a aparecer aquí la Virgen de Regla y a ver qué coño hace una atea como yo».

Y ¿sabéis que os digo? Que además es gratis.


POESÍA DE LA SANGRE DE REGLA:

Hazte una mascarilla con la sangre de tu regla,

Da igual que sea roja, rosa o negra.

Puedes usarla sola o con lo que te dé la gana,

Seguro que tiene más nutrientes si además eres vegana.

Nos ponemos barros, arcilla, baba de caracol.

Algas, brócoli y hasta carbón.

Dicen que descongestiona y te queda la piel tersa.

Lo único es que tengas cuidado al guardarla al lado de la mayonesa.

Patricia García.