Hace muy poco experimenté una situación bastante diferente a lo que acostumbro. Conocí a un chico en el trabajo, algo así como Liam Hemsworth, quizá un poco más modesto, pero guapo, guapo. Obvio que mi primer pensamiento fue; ese tío jamás se fijará en mí, porque mi mente de niña gorda autocompasiva siempre salta primero.

Pasaron los días y todo genial; el chico era de esos típicos que no se saben guapos, y son tan amables que parecen cachorritos. Yo dejé de pensar en él, porque también típico, las chicas guays se lo acapararon como moscas a la miel. 

Pues bien, después de un par de meses de “convivir” con el adonis de otro mundo, tocó salida en la oficina. Nos fuimos a un bar a tomarnos unos tragos con los del trabajo, obvio el tío fue. En el bar nos tocó sentarnos juntos, intercambiar palabras era inevitable, y yo soy de las que habla hasta por los codos, y él no me pareció incómodo. Tocó que nos gustaban las mismas películas y la misma música, y además iríamos al mismo concierto en unas cuantas semanas. Bueno, todo parecía perfecto en apariencia, pero el chico era muy guapo y yo era la tía gorda, no había forma de hacer encajar eso. 

Se hacía tarde y yo tenía que tomar el metro hasta mi piso. Liam, lo llamaremos así, se ofreció a acompañarme, así de lindo es. Caminamos unas calles y antes de llegar a la entrada del metro, me lanza la bomba. Me tomó del brazo, para que me detuviera. 

  • Chica, que eres muy linda y muy inteligente. Me gustas. 

Noté que estaba nervioso y temblaba como una gelatina. Mi mandíbula se cayó hasta el piso de la impresión y no supe qué decir. Y como notó que me había quedado sin palabras siguió hablando y me contó que se fijó en mí desde el principio, pero la timidez no lo había dejado hablar antes. Yo seguía en shock. 

Necesito tomarme esto con la seriedad que se merece, porque esta clase de cosas a mí no me pasaban todos los días. Y ciertamente, a quienes hemos vivido en un cuerpo gordo toda la vida, y sobre todo creyendo que una es menos que la de al lado porque esa es flaca, que venga un tío, de esos guapotes de verdad, a decirnos que les atraemos, vaya, que es una cosa fuera de lo común. 

Si alguna vez me pasó algo como aquello en mi adolescencia, lo primero que siempre se me venía a la cabeza, es que ese chico estaba pagando una apuesta con sus amigos. Nunca creí que mereciera la atención de los hombres, porque era gorda. Y ahora, coño, que todo aquel drama de la pobre niña gorda, era sólo eso, un drama. 

Hay algo esencial que aprendí de grande, yo creo que, como muchas de ustedes; la actitud de una mujer lo es todo. Una mujer segura, irradiando amor propio y sin temor a expresarse, es una mujer que puede alcanzar todas sus metas.

Pues bien, ustedes querrán saber qué pasó con el tío guapo de la oficina; hemos salido un par de veces, fuimos juntos al concierto y nos besamos, ya, si, nos besamos. Todo ha ido con calma y me gusta así, se siente bien. 

Pero lo más importante para decir ahora, es que no todo es el cuerpo. Las personas somos un todo, y ese todo se construye en base al amor propio. Yo tomé mi bandera de lucha tiempo atrás; mi cuerpo es tan hermoso como el de cualquiera, y el tuyo también.   

Marina Keller

@black.dahlia66