Esta es una historia de esas que dejan marca. Literalmente. La historia de cómo acabé en urgencias por follar en la ducha

Sucedió en una bonita tarde de julio. En aquel entonces yo tenía un rollo con un tío de estos que quitan el hipo, metro noventa, pelo larguito, bajista y con una herramienta que sólo de verla te hacía rezar a Dios por crear esas maravillas para uso y disfrute de los simples mortales. 

Mis padres decidieron que iban a hacer una escapada romántica, y me lo comunicaron de sopetón, sin comérmelo ni bebérmelo, así que una vez sola, me puse a calibrar que podría hacer. No tuve que dar muchas vueltas, tardé dos minutos en llamar a mi maromo y quedar con él para que se viniese a pasar la noche conmigo.

Ahí que me monté yo la película de un día idílico, de comer juntos, comernos otras cosas y en definitivamente echar un día de sesión maratoniana de sexo. Feliz como estaba me di una ducha, me puse un buen body de encaje y lo esperé. 

La primera parte del día siguió al dedillo mis fantasías. Echamos el primero nada más llegar, me preparó la comida y cuando acabamos, vimos una película abrazaditos, todo muy adorable, al menos hasta que vi que volvía ponérsele a punto para otra ronda. Y ahí, cansados, sudados y con el body en un rincón de mi cuarto, se nos ocurrió la brillante idea: darnos una ducha calentorra juntos. A mi me pareció perfecto, había visto muchas películas en las que follaban en la ducha y siempre me pareció muy excitante, así que sólo de imaginármelo ya me subía por las paredes. 

follar en la ducha

Riéndonos como prepubertos con el pavo, nos fuimos al baño y comenzamos a comernos a besos entrando en la ducha. Primer fallo. Hay que darle al agua, y esperar a que esté a la temperatura, porque si no, pasa lo que a mi, que al entrar, él, muy peliculero me empujó contra la pared comiéndome la boca y le dio al agua, esperando una agradable lluvia cálida que nos bañase. Lo que cayó fue el agua más helada del mundo, que me hizo soltar un grito que seguramente escucharon los vecinos. 

Aún así no nos desanimamos, esperamos a que el agua se calentase un poco y volvimos a la carga, tocando, chupando, y todo lo que se pueda imaginar. Hasta ahí volvía a ir todo bien. Entonces nos dimos cuenta de que no nos habíamos metido con el condón. Segundo error. Él me miró con infinita ilusión, pero yo le corté la fantasía rápido, mandándolo a cogerlo. El tío salió casi sin secarse, poniéndomelo todo perdido de agua, y sólo de pensar en que después me tocaría fregar, me cagué en sus muertos tanto que casi se me pasó el calentón. 

Volvió triunfal, y tras un poco más de mamoneo, se puso el condón y nos decidimos. Entonces nos dimos cuenta de otro problema. Durante el tiempo que llevábamos siempre habíamos follado tumbados, de lado, a cuatro patas…pero nunca de pie. Y ahí aparecía el problema del que poco se habla. Él medía un metro noventa, yo un metro sesenta. Eso deja treinta centímetros de imposibilidad. Pero nada, no nos desanimamos, estábamos decididos ese día. Yo me puse de puntillas, con las manos apoyadas en una estantería en la que suelo poner la esponja, gel y demás. Él se agachó un poco cogiéndome de la cintura y por fin pareció que el tetris había triunfado. Durante unos segundos fue el cielo. Era una puta maravilla. Luego es verdad que se me empezaron a cargar las piernas de la posturita. Entonces pasó. Un rato antes habíamos estado enjabonándonos, y el plato de ducha estaba lleno de chorreones de gel, ahí descubrí el tercer error: NUNCA FOLLAR EN UNA DUCHA SIN QUE HAYA UNA ESTERILLA ANTIDESLIZANTE. 

No se como acabé pisando el gel, pero entre el resbalón, el empujón y las piernas dormidas, me fui para adelante, pegándome en toda la cabeza con la estantería y acabando tirada en el plato, mareada, mojada y llorando. Lo peor fue cuando lo vi ponerse pálido y decir que tenía sangre. Ahí maldije todas las películas románticas del mundo. 

Y ahí acabé, en urgencias, a las once de la noche con una señora cosiéndome la ceja y juzgándome con la mirada mientras mi maromo me miraba con culpabilidad.

M. Lancaster

 

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