Soy muy acuática. Quizá es consecuencia directa de haber nacido en una isla, pero me encanta follar en un entorno acuático. Playa, jacuzzi, ducha, piscina olímpica o spa, pública o privada, con agua fría o caliente… 

Si bien a veces es complicado el acceso a según qué escenarios, normalmente todas tenemos posibilidad de acceder a una ducha o bañera; por lo que hoy me voy a centrar en darte consejos para que saques el máximo partido a tu ducha con tu match.  

Creando ambientillo

Aquí entran dos variantes: el polvo planeado o el esporádico. Si es planeado y te va el rollito romanticón/cursi, opta por velitas, gel con aroma de fruta de la pasión y Marvin Gaye en vinilo; pero, si eres más de las mías y adoras improvisar un buen calentón, la linterna del móvil, una lista de Spotify y el champú anticaspa ya te resuelven. 

Busca la postura más segura 

No estamos en el Circo del Sol y se trata de pasar un buen rato, no de protagonizar un remake de Psicosis por este Halloween. Inclínate por lo básico, siempre pisando sobre seguro en una alfombra antideslizante y buscando un punto de apoyo firme; no, no sirven ni penes ni dildos, ¿entendido? La pared, la mampara, el soporte del grifo. Las que tengáis bañera en casa, podéis llenarla y empezar de relax entre burbujas; yo soy de las que va al lío rapidito y de pie. El juego de enjabonarse el uno al otro, colando la esponja y las manos por zonas que no acostumbran a ver la luz del sol. Risitas, complicidad. Besos. Lametones. Mordisquitos. 

Pronto el baño va a parecer una sauna y no será solo por culpa del agua caliente. 

Masturbación a dos bandas 

Como bien sabéis, el sexo va más allá de la penetración y la ducha es un buen lugar para implicarse en la masturbación conjunta. 

Usa juguetes

Vete ahora mismo a leer las instrucciones de tu vibrador porque muchos se pueden meter bajo el agua. Úsalo. ÚSALO, que no te vas a electrocutar; aunque es posible que un poco ‘eléctrica’ si salgas de esta ducha. 

La guinda del pastel

A mí me encanta empezar en la ducha y terminar en la cama, pero es una cuestión de gustos. Yo, personalmente, no tengo ningún remilgo a dejar el suelo encharcado y las sábanas empapadas por un buen polvo, pero aquí ya entra cada una con sus manías. La piel mojada, el pelo húmedo, el olor del jabón…, me pone a mil y prefiero acabar cómodamente sobre la cama (o la alfombra, el sillón, la pared e incluso la tapa del váter). 

Además, considero innecesario el gasto de agua que conllevaría un polvo completo bajo la alcachofa de la ducha; así que tontea, toca y que te toquen, disfruta de los preliminares, pero cierra el grifo, que el planeta no está para bromas. 

Ya sabes. No dudes en usar tu ducha para algo más que asearte. Y, ¡pss, pss! A la próxima, hablamos de coches. 

 

María Romero