Concedo los honores a WeLoversize de publicar el que es sin duda el follodrama de mi vida. Sé que no habrá otro igual, porque en esta historia el protagonista es mi ídolo de la adolescencia. Sí, ese cuya cara protagonizaba todos los pósters colgados en las paredes de mi habitación cuando tenía 16 años.

Os daré unos cuantos detalles sin desvelar quién es. Pero yo siempre fui fan de las boybands, y allá por el año 2000 eran varias las que lo estaban petando. Una de mis cosas favoritas de la vida era ir a ver a los grupos a los hoteles, y al final pillé experiencia en saber dónde se alojaban y aparecer allá donde estaban.

Yo seguí siendo fan y llegué a entablar trato cordial y cariñoso con varios miembros de una de esas boybands que venía a menudo a España. En una de sus visitas, cuando yo tenía ya 22 años, unas amigas y yo nos cogimos una habitación de hotel en el mismo donde ellos se alojaban. 

Tras una jornada de radios y teles acabaron en el bar del hotel tomando algo, y nosotras con ellos. La emoción de estar de tú a tú con tus ídolos es indescriptible. Y ellos siempre han sido un amor con nosotras…. un amor, y bastante guarretes. Guarretes bien (todo consentido y recíproco) pero guarretes.

Tras un par de cervezas (o 4), la cosa se puso calentita y uno de ellos me invitó a su cuarto. A mi me temblaban las rodillas, os lo juro. Se me pasaba de todo por la cabeza. Había soñado durante años con ese momento, pero en el fondo nunca pensé que se fuera a hacer realidad. Primero porque… ¿cuántas personas en el mundo se lían con su cantante favorito? Y segundo… ¿cómo iba yo  a pensar que a mi ídolo le ponían las gordibuenas como yo?

El caso es que temblorosa pero de subidón subí a su habitación y cuando me besó casi me hago caca allí mismo. ¿El problema? Que aunque esto de la caca habría sido una frase metafórica sin más, resulta que se convirtió en realidad y de los nervios empezaron a darme unos retortijones horribles. Lo cierto es que me suele pasar cuando me pongo nerviosa para un examen y cosas así. Soy la típica que tiene que salir pitando al baño a evacuar, pero jamás pensé que me fuera a pasar en ese puto momento. Cuando tenía al protagonista de mis fantasías húmedas (y al de tanta gente) comiéndome la boca.

Tuve que separarme y decirle que tenía que ir al baño un momento. Me ofreció el de su cuarto, pero antes muerta que soltar mi diarrea supersónica y que escuchase mis pedos a medio metro. Así que le dije que me sentiría más cómoda yendo al del pasillo y me dijo que sin problema, que me esperaba.

Entre unas cosas y otras tardé unos 15 minutos. Cuando me dan esos arrechuchos intestinales me dan fuerte y lo paso fatal, así que no quise volver hasta encontrarme en condiciones. ¿Y qué pasó? Pues lo que estáis imaginando. Cuando volví a llamar a la puerta nadie me respondió, el amigo se había quedado sobado (o eso quiero pensar). Desistí a los 5 minutos porque tampoco quería parecer una loca y me fui a mi cuarto pensando que al menos después de semejante putadón, podría dormir la resaca tranquila.

ERROR.

Mis amigas me entreabieron la puerta en pelotas. Al fondo vi a otro de los chicos del grupo con el pito al aire y supe que molestaba. Al menos ellas sí que estaban pasándoselo bien.

En el momento me quise morir. Me sentí idiota por haber dejado pasar la ocasión de trajinarme al hombretón de mi sueños y me planteaba qué habría pasado si me hubiera quedado a plantar el pino en su cuarto. ¿Le habría dado la bajona tras escucharme o habríamos llegado hasta el final? Nunca lo sabré.

Pero con los años he aprendido a verle la parte positiva. Unos besitos sí que nos dimos y siempre será una historia que contar.

 

PD: le he vuelto a ver más veces y nunca hemos hablado del tema. Seguramente él ni se acuerde y yo prefiero quedarme con mi versión de la historia.

 

Blonde Groupie