DE CÓMO ME DESMAYÉ PRACTICANDO LA ASFIXIA ERÓTICA Y DE LA IMPORTANCIA DE TENER UNA PALABRA Y UN GESTO DE SEGURIDAD
Según Wikipedia, la asfixia erótica, también llamada hipoxifilia, hipofixiofilia o asfixiofilia, es una manera de obtener satisfacción sexual a través de la disminución de la respiración durante la actividad sexual, puede ser realizada por uno mismo o en la actividad con otra persona. Vamos, que te pone bien perraca que te ahoguen o ahogar a alguien mientras estás dándole al tema. Pues bien, yo no tenía experiencia y quise practicarlo. Lo que pasará a continuación, te sorprenderá. O no.
Corría el año 2017, yo tenía 22 años y las hormonas bien revolucionadas. Un novio que iba todo el día más caliente que el palo de un churrero y que, literalmente, se podía pasar todo el día jugando al Call of Duty, fumando canutillos y pidiéndole a su novia (o sea, a mí) que le chupara lo que viene siendo su pene.
Yo, cansada de siempre aceptar sus demandas (no juzguéis, ojalá haber sabido todo lo que sé a día de hoy con 22 años), le propuse practicar la asfixia erótica. Lo había visto varias veces en vídeos porno que consumía entonces. Todo lo que fuera violencia me gustaba mucho. Ya habíamos practicado los azotes, pero la asfixia nunca. Total, que dijimos, pos’ pa’lante. Él era mucho más alto que yo, y él detrás de mí, haciendo la postura “del perrito” pero de pie. Le pedí que me agarrara del cuello y que apretara, pero no nos habíamos informado de nada previamente (¡mal!). No teníamos contacto visual por la postura en la que estábamos y empezó a apretar. Al principio me gustaba mucho, porque sentía que cuanto menos podía respirar más erotizada me sentía.
Pero una cosa llevó a la otra, y de tanto apretar sin saber la técnica, acabé desmayándome. Recuerdo intentar girar la cabeza para buscar sus ojos, pero no tenía fuerza.
Me desperté con ese chico, cogiéndome en sus brazos, llorando y pensando en un “muerte por kiki” de manual. Afortunadamente no fue así. Luego nos reímos de lo ocurrido.
El día que me desmayé practicando la asfixia erótica
A partir de ese momento, aprendí la importancia de tener una palabra y un gesto de seguridad. Una palabra si te permite la práctica hablar (a veces tenemos cosas en la boca que nos lo impiden). Esta tiene que ser corta y fácil de recordar, tanto para ti como para tu acompañante o acompañantes en el encuentro erótico. Por otro lado, también es importante la postura sexual, porque si se da el caso de no poder decir la palabra, poder hacer un gesto. Yo, por ejemplo, es un pellizco hacia la otra persona en la parte del cuerpo que pille.
También he de deciros que, muchas veces, nos juzgamos a nosotras mismas por las prácticas que nos gustan. Es cierto que, por un lado, la educación sexual que nos han ofrecido desde casa, normalmente es nula o muy puritana, igual que en los colegios, y acabamos buscando en el porno una pedagogía que no es la más indicada.
Puede ser, aunque aún los estudios no han sacado datos concretos, el deseo erótico se cree en base a dicha pornografía, pero también es cierto que, el deseo, deseo es, no hay que buscarle un sentido, sólo disfrutarlo.
NURIKOPS