Follodrama: Me propuso vender mis bragas

 

No sé muy bien ni cómo contaros esto. Supongo que lo mejor será empezar por el principio, como dicen en las películas.

Pues bien, el principio soy yo dándome cuenta de que tengo el cuerpo con ganas de mambo. Pero no solo de mambo, sino también de estar con alguien. En plan guay. En plan salir con un chico para algo más que para follar ¿sabéis? Me apetecía conocer a alguien con quien ir a pasear, a tomar algo, charlar… esas cosas. Y después de lo que fuera que hiciésemos juntos, echar un polvo. Eso también.

Total, que en esas estaba cuando, una buena mañana, me fijé en que el hombre de seguridad de las oficinas en las que trabajo no era el mismo de siempre. Como hace años que nos conocemos y es un señor muy majete, me acerqué a preguntarle al nuevo si le había pasado algo. Averigüé que estaba de baja por una enfermedad leve. Y que su sustituto era, así, a primera vista, joven, guapo y un poco canalla.

Me moló lo más grande, ya de entrada, y no tardé en notar que yo a él también. Por lo que después de unos cuantos días de tonteo apresurado en el vestíbulo, quedamos para tomar un café al terminar la jornada. Yo quería prolongar esas quedadas inocentes en el tiempo, cortejarnos y tal. Pero la tensión sexual era tan fuerte que… no fui capaz. Después de dos cafés y una caña, quedamos para cenar. Rollo cita con toda la parafernalia: buen restaurante, peluquería, maquillaje, ropa interior bonita y demás.

Pese a que fue una velada de película, apenas si recuerdo lo que cenamos ni otros detalles menores. Recuerdo mejor las miradas, los toqueteos y la promesa de sexo que flotaba en el aire. Recuerdo también que nos fuimos a su casa prácticamente a la carrera. Que nos quitamos la ropa como si nos quemara y que él casi me tiró encima de su cama.

Después tomó el mando y bajó un poquito las revoluciones.

 

Follodrama: Me propuso vender mis bragas

 

Me besó, besó mi cuello, las clavículas, me quitó el sujetador para besarme los pechos. Luego siguió bajando y yo, que llevaba cachonda desde que lo vi delante del restaurante, me dije que me iba a dejar hacer sin protestar. Él sujetó mis bragas a la altura de las caderas y, en lugar de quitármelas de una vez, restregó la nariz en ellas.

Reconozco que, aunque sentir su nariz rozándome el pubis por encima de la tela me pareció raro de cojones, iba tan perra que hasta me gustó. Sobre todo, cuando hundió la cara en todo el asunto y empezó a moverse y aspirar extasiado. No le di mucha bola porque enseguida continuó con el descenso por mi cuerpo. Al fin me quitó las bragas y la segunda vez que tuve su cara entre las piernas ya no hubo tela de por medio.

Menudo colofón a una cita de ensueño. Esperaba que se recuperara muy pronto, pero di gracias al universo por lo que fuese que hubiese mermado la salud de mi amigo el de seguridad.

Estaba lanzando el último agradecimiento a las estrellas y pensando en repetir cuando el chico me metió el pelo detrás de la oreja y me dijo:

Oye ¿te has planteado alguna vez vender tus bragas?

Yo, que estaba de subidón y a tope de follatina, me eché a reír. Al menos hasta que volvió a hablar.

Te lo digo en serio. No te cuesta nada y te sacas una pasta.

¿Por qué? ¿Por qué me está pasando esto? ¿Está hablando tan en serio como parece? Mi shock era tan grande que no fui capaz de replicar. Estaba esperando a que me dijera que era broma.

Sin embargo, lo que hizo fue coger el móvil de la mesilla, desbloquearlo y decirme:

Mira, te paso la web donde las compro yo.

 

Follodrama: Me propuso vender mis bragas

 

Me giré para mirarle a la cara mientras él terminaba, volvía a dejar el teléfono y se escuchaba la notificación de wasap nuevo en el mío. Me miró e insistió. Según él, en calidad de comprador experimentado, podía pedir mucho dinero por mis braguitas.

Había llegado el momento de vestirme y poner pies en polvorosa.

Qué pena, joder, con lo que me gustaba.

 

Anónimo

 

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