Seguramente este no sea el follodrama más espectacular de esta web (porque los he leído brutales), pero tenía que venir a contaros mi historia.

Conocí a Sergio porque era básicamente el camarero que me servía el café por las mañanas antes de entrar en la oficina. Él lleva siempre mascarilla, como es obvio, y fueron sus ojos los que me fliparon desde el primer día que empecé a ir a esa cafetería.

Un día le pregunté la hora para entablar conversación, y fue estupendo saber que él también tenía ganas de conocerme más. Bueno, os resumo porque sino me eternizo. Intercambiamos teléfonos y pasamos al sexting. Todo genial así que por fin concretamos un encuentro. Imaginad las ganas que nos teníamos después de tanto café y tanta guarrería por whatsapp. Muchísimas, al menos yo.

Quedamos en mi casa. Puse un aperitivo para charlar y entrar en ambiente, pero no hizo ni falta. Nos empezamos a besar cual quinceañeros y cuando puse mi mano en el pan, aluciné porque en 10 segundos ya estaba el hombre palote.

Intenté masturbarle pero me quitó la mano. En el momento ni lo pensé, la verdad, cambié de menester y listo. Entonces empezamos a desnudarnos, y muy nervioso me dijo:

  • Por favor, te pido que no te saques el sujetador por favor por favor. 

Lo dijo suplicando como un niño chico, así que cumplí órdenes pero le pregunté que por qué, que si lo mejor de la vida eran libres domingos y domingas. A lo que respondió:

  • Te lo pido porque sé que si te lo quitas me voy a correr al momento y no creo que sea eso lo que quieras. 

No dije más, y procedí a echar el primer polvo de mi vida sin quitarme el sujetador. Que duró poco igualmente, pero bueno, soy comprensiva y eso tampoco se puede controlar.

A los 10 días volvimos a quedar, y yo pensé que al no ser la novedad ya no tendría tanto problema en que yo me quitase el sujetador. Qué equivocada estaba.

Fue verme las tetas y…. ciao pescao. Corrida al aire.

El pobre soltó un: ‘te lo dije‘ y los dos nos reímos. Quedamos alguna vez más y nunca más me volví a quitar el sujetador. No sé si es un follodrama en si mismo, porque follar follábamos, pero me sentí como una quinceañera, recordando esa época en la que tu ligue adolescente se corría con solo verte desnuda. Qué tiempos aquellos…

 

 

Anónimo

 

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