Érase una vez una chica con los intestinos muy delicados, un chico con dotes reguleras en la cocina, y un aniversario. Así comienza la historia que me llevó al hospital. 

Mi novio y yo llevábamos una racha un poco mala en el sexo. Nos habíamos mudado y al acabar esa chispa inicial de la convivencia, estábamos un pelín estancados en la cama. El sexo se había vuelto monótono y el estrés del curro nos había afectado un montón. Por eso decidimos que el día de nuestro aniversario íbamos a hacer algo especial.

Juntamos todos los tópicos: disfrazarnos, lencería sexy, juguetes sexuales y una cenita con vinito para calentar la situación. Como él es el cocinillas de la relación, decidió encargarse de la cena. Yo en una cocina soy más peligrosa que Hannibal Lecter en un tanatorio. Lo chungo es que el señorito quiso innovar y decidió hacer un plato especial para la ocasión… Uno muy afrodisiacos.

Yo de esto no tenía ni idea. Me limité a comprarme un body de encaje, unas medias hasta los muslos y un tanga granate. No sé porqué me sigo empeñando en ponerme tangas cuando me resultan más incómodos que las ampollas en el pie. Sea como sea estaba divina. Tanto que me daba pena taparme con ropa, así que escogí un vestido bien sexy para la ocasión.

Llegó el momento de la cena y aquello parecía una película de Disney. Velas, música de ambiente y la mesa puesta. Debo decir que todo tenía muy buena pinta, pero sabía como el culo. De todos modos yo me callé y me lo comí, porque mi novio llevaba toda la tarde preparando esos platos y me daba penita. Yo en mi vida había comido ostras, así que pensé que igual sabían mal porque eran muy exóticas y la salsa era un poco rara, así que intenté respirar hondo y tragué todo.

Acabamos de cenar y llegó el plato fuerte… Se puso un disfraz de policía que había comprado en Amazon. Me llevó hasta la cama y empezó a comerme, pero en ese momento me dio un pinchazo brutal en la tripa. Empecé a tener unos dolores que no eran ni medio normales. De verdad, era tan heavy que pensé que tenía apendicitis. 

Me puse a llorar y el muchacho se acojonó. Me vistió como pudo y nos fuimos al hospital. Resulta que tenía una intoxicación alimenticia por comer algo en mal estado, supongo que las putas ostras. Eso sí, la escenita en el hospital fue digna de película. Yo con el rimmel corrido (iba pintada como una puerta), un body lencero, tanga y encima el pijama. Él con unas esposas atadas a los pantalones. Parecía una película porno, así os lo digo.

Los médicos nos vacilaron un poquito y a nosotros se nos quitaron las ganas de probar afrodisiacos. Donde esté un cocido, que se quite lo demás.

¿Vosotras habéis probado estas movidas o preferís no arriesgaros?