Has leído bien: se me escapó un pedo en la primera cita.

No es por justificarme, pero aquella cita me pilló completamente por sorpresa. Nos habíamos conocido hace más de 3 semanas  en un bar y daba por hecho que ya no llamaría, pero llamó. Me propuso quedar esa misma tarde y bueno, se trataba de un parisino mestizo de 1.90m, así que poco tardé en preguntarle el lugar.

No sé, normalmente intento ir completamente depilada y con el estómago vacío, por lo que pueda pasar, pero todo fue muy improvisado y rápido. Vamos, que casi estaba pidiéndole al karma que aquel chico no me invitara a su casa porque hacía 3 días que llevaba el mismo sujetador y no me depilaba el asunto desde hacía 2 meses. Sé que a otras personas les da lo mismo el tema depilación, y me parece genial, pero es algo que yo tengo bastante en cuenta, qué le voy a hacer.

Cenamos juntos y la noche fue muy bien, cierto es que no podría decirte si me pareció simpático porque no podía dejar de mirarle el paquete. ¡Dios mío! Llevaba un pantalón beige claro muy justito y perdóname, no quiero caer en el error de materializar a los hombres, pero yo no soy de piedra. Llevaba mojando braguita desde le cena y entonces él me dice que suba a su piso. El tema no estaba muy católico, tenía la intimidad muy mal preparada para aquello pero es que no me pude resistir. 

Subo a su casa, empezamos a enrollarnos y antes de que pueda bajarme las braguitas, le digo que tengo que ir un momento al baño. Corro rauda y veloz al baño, me quito el vestido, me limpio con agua y jabón, me quito las braguitas, el sujetador y me dejo  el vestido puesto.

Salgo del baño y ahí está él, esperándome sentado en su sofá, con las piernas abiertas y frotándose la polla por encima del pantalón. Yo me acerco a él y pienso “Va ver que tengo un ecosistema único en el pubis, puedo hacer mención al tema o no decir nada y hacer como si fuera una normalidad”. Bueno, tuve que abrir la bocaza:

“Verás, no quiero que te sorprenda, sé que la mayoría de chicas van completamente depiladas, pero yo creo que la normalidad no tiene por qué ser esa y para mí el hecho de no depilarme es reivindicar otra tipo de normalidad”.

Él me mira, me sonríe, se reincorpora, me sube el vestido, me agarra con las dos manos el culo y me empotra el coño contra su cara. 

Se levantó y me llevó agarrada de la mano hasta su cama, me tumbó boca arriba, me abrió las piernas y siguió haciéndome feliz. Le tenía agarrado de la cabeza marcándole el ritmo porque el chico no me tenía pillado el tranquillo, la verdad es que me costó una barbaridad correrme pero cuando lo conseguí fue espectacular. ¿Soy a la única que le pasa? Cuanto más me cuesta correrme, más disfruto de la llegada. Tenía las piernas agotadas de la tensión y cuando terminé mi cuerpo se relajó, mis rodillas y mis manos cayeron por su propio peso sobre la cama y mi ano hizo apología de su existencia.

Se me escapó un pedo que debía de tener nombre y apellidos. ¿De los que salen contundentes con sonido grave y acaban con un petardeo? ¡De esos! Según lo sentí salir, intenté contenerlo pero según hacía fuerza con la cadera salía lo que quedaba por ver la luz del Lord Pedo. 

Le pedí perdón. Me incorporé y cuando pude alcanzarle con la mirada, seguía con su cara entre mis piernas pero con los ojos y la boca cerrada. Me retiré y me tapé con el nórdico. Él se levantó lentamente sin decir nada, fue al baño, se lavó la cara y volvió a la cama. Me dijo que no pasaba nada, que me relajara. Pero después de aquello, se metió en la cama, me dio la espalda y me dijo que cerrara con un golpe la puerta al salir.

Recogí mi dignidad como pude y salí de allí cagando leches. ¡Joder! Se me escapó un pedo en la primera cita ¿A quien le pasa eso? ¡A mí, señores! ¡A mí!

Para mi sorpresa volvió a llamarme, quedamos  4 veces más y pudimos reírnos juntos de la situación, eso sí, no volvió a comerme el coño.

Se me escapó un pedo en la primera cita – Otras historias

M.Arbinaga