¡¡¡¡Buenas!!!!

Yo pensaba que eso de los folladramas era un poco leyenda y siempre compartimos en mi grupo de amigas de WhatsApp los que más nos gustan que leemos por aquí y siempre decimos lo mismo, ‘a nosotras nunca nos pasa nada interesante’. Pues chicas, cuidado con lo que deseáis porque se puede cumplir.

Yo soy camarera de un bar de mi pueblo, me conoce todo el mundo y es verdad que ligo mucho, por eso de la magia de estar detrás de una barra, pero los chicos de mi pueblo no me gustan nada y mi jefe siempre me dice que nada de liarse con clientes, que luego los invito a cosas. Que lo dice de broma, pero… entre broma y broma la verdad se asoma.

Pues nada, teniendo prohibido mi ganado una se aburre y se tiene que centrar en todos los seres que entran a mi bar que no consumen, pero sí que se pasan a menudo por allí, porque una por desgracia no es de polvo nada más conocer a la persona y luego si te he visto no me acuerdo. Así que todo se reducía a los distintos repartidores que vienen a mí: el del pan (casado y con casi sesenta años), el de las bebidas (huele fatal y yo con los olores no puedo), el de la comida (lo tenemos en consideración) y el que rellana la maldita máquina del tabaco (tiene un polvazo que no se aguanta con él).

Así que la lucha por mi amor estaba entre esos dos señores. El de la comida es para casarte con él, el del tabaco es para empotrarlo. ¿De cuál me he pillado? Del del tabaco, evidentemente. UNA ES ASÍ DE IDIOTA.

Os he dicho que me obsesionan los olores, PUES ÉL APESTA A TABACO. Pero bueno, cuando a una le interesa, hace la vista gorda. Siempre me tira la caña a saco y me dice que vayamos al almacén y yo siempre saco alguna excusa para darle lo justo para que no pase de mí, pero se vaya sin llevarse lo que quiere, ¿por qué? Pues porque una va de digna por la vida sin ser yo nada de eso. Hasta que fuimos al almacén. La semana pasada. Los dos. Con su olor a tabaco. Y claro, tú te crees que puedes superar tus tocs cuando tienes a un Dicaprio delante, pero luego la realidad es otra. Porque en tu cabeza Leonardo huele a cielo y cuando Leonardo te besa y sabe a cenicero, te da igual el pelazo que tenga, la espalda que tenga o la mirada que tenga.

¿Qué hice? Le vomité. Encima. Muy fuerte. Definitivamente el olor a tabaco me supera. ¿Qué hizo él? Vomitarme a mí. ¿Por qué? Pues porque al parecer definitivamente él tampoco puede con el olor a pota. ¿Qué hicimos después? Reírnos. Pero reírnos rollo ataque epiléptico. ¿Y luego? Que nos pillara mi jefe. ¿Con consecuencias? Por supuesto, me quedé sin curro.

Potada y sin trabajo. El sueño de mi vida.

No suficiente con eso luego el míster no sé cómo consiguió mi número para pedirme perdón y para decirme que quería compensarme. Después del cuadro que habíamos montado no tenía suficiente al parecer. Le dije que lo nuestro era imposible, que yo con el olor/sabor a tabaco no puedo y que él se dedica literalmente rellenar máquinas.

Volvió, pero a mi casa. Cenamos y follamos, fuerte y sin piedad, sin olores a tabaco, solo a One Million, que sé que es de básica, pero es que me encanta. Pues después de eso se fue y jamás volvió a escribirme. Bueno miento, me escribió y me dijo ‘me he ido a por tabaco y no creo que vuelva. Perdón por el chistaco, lo uso mucho.’

Y sí, todo el chistaco que quieras, pero el muy desgraciado no ha vuelto a hablarme y no sé nada de él.

Ahora bien, he recuperado mi curro porque mi madre ha ido a llorarle al dueño del bar, que limpia en la casa de su hermana. Ahora voy a desear que la gente consuma tabaco para que aparezca Leíto por allí, a ver si le parto las piernas o algo.

 

Anónimo

 

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