Sábado, 16 de febrero de 2019.

He quedado con mi amiga Victoria en el centro de Madrid.

Poseídas por el espíritu consumista nos disponemos a adentrarnos en las fauces del Primark de Gran Vía. Solo queremos dar una putivuelta por aquello de encontrar un top mono para salir esa noche y no repetir modelito como las monjas.

Entramos, a duras penas, y codazo tras codazo nos hacemos con una cesta en la que iremos metiendo un sinfín de cosas innecesarias que más tarde miraremos en el armario y pensaremos «¿Por qué te has comprado eso?».

Victoria me dice que hay demasiada peña. Vale, es sábado pero es verdad, nunca he visto tanta gente acumulada en Primark.

Y pasa.

Pasa amigas, pasa lo más surrealista que he vivido en la vida.

Tras toda esa gente, veo a un chorbo con un micro bajando las escaleras de la entrada principal y cantando a todo pulmón « Por ti seré más fuerte que el destino, por ti seré tu héroe ante el dolor. Yo sin ti estaba tan perdido…»

Hostia Vicky, que esto es algo de La Voz o un programa de estos y están grabando.

Nos quedamos en un rincón observando, como el resto de los mortales que nos acompañaban en esa fatídica mañana. Y, de repente, vemos que el tipo está cantando y dirigiéndose a alguien.

Giramos la cabeza y vemos a una chica con cara de no saber si le ha tocado el gordo de la lotería o un lote de productos caducados.

QUÉ ESTÁ PASANDO.

La gente grita. Ella grita. El maromo se acerca y le pide matrimonio.


SISI LEÉIS BIEN.

ESTOY EN PRIMARK Y ESTOY VIVIENDO LA PEDIDA DE MANO MÁS CUTRE O ROMÁNTICA DE LA VIDA.

Yo también me debato porque no sé lo que pensar. Lo de que esté rodeada de pilas de bragas a 1€ y ropa por el suelo me hace cortocircuitar.

Ella acepta con un SÍ que nos deja sordos (él se encarga de meterle el micro casi en la laringe para que todo Primark sepa que haber cantado como Manu Tenorio le ha servido de algo).

Vítores, gritos y lloros.

Le gritan TORERO como si el chaval fuera Chayanne por allá el 2002. Y la pilla en volandas y dan vueltas.

No sé si estoy en Primark o en una peli Disney.

Él la suelta y agradece a todos la participación.

Vicky y yo nos quedamos en silencio, un poco sin saber qué decir. A nuestro alrededor, la gente, está en un estado de shock y de emoción que no acabo de comprender.

Llego a mi casa y, al ver a mi novio, solo puedo decirle:

Cariño, ¿sabes que siempre me dices que cuando me pidas matrimonio lo vas a hacer de forma muy original? Pues lo he pensado mejor y creo que prefiero que me hagas el viejo truco de agacharte para atarte los cordones y sacar la cajita con el anillo.

Una que se tragó la pedida de mano en el Primark.