MI EXPERIENCIA EN EL SPA. 

 

Me cuesta relajarme y tengo tendencia a estresarme. Mal combo, lo sé.
Como mis amigos me conocen y me quieren bien me regalaron por mi cumple un cupón de esos de circuito de spa + masaje que guardas en el cajón con mucha ilusión y que luego tienes que canjear in extremis porque se te va a caducar.


Esto no fue una excepción así que para allá me fui un día en la única semana que he estado constipada en todo el invierno pero que tenía que ir porque un regalo así no se desaprovecha. 

El spa en cuestión estaba en los bajos de un hotel muy chulo y después de proveerme de albornoz, toalla, chanclas y demás me metieron en una cabina muy zen a ponerme el bikini que cogí con las prisas y que no me ponía desde hacía un año y medio mientras cruzaba los dedos para que estuviera en el mismo estado (y tamaño) que recordaba. 

Decidí dejar todo, todo en las taquillas. Mi adicción al móvil se quejó un poco, pero, a ver, yo había ido a desconectar y a relajarme. 

Cuando le pregunté a la chica amabilísima que me diera alguna pista de cómo funcionaba eso me dijo muy sonriente y muy dulcemente que me buscara la vida, así que me lancé a la aventura decidida a darlo todo y a relajarme sí o sí. 

Empecé por la sauna. Encontré a una parejita de guiris que no les hizo gracia mi intrusión y se largaron zumbando, así que me dejaron solita pasando calor. Mucho calor. 

Aguanté hasta que me aburrí y pensé que era un tiempo aceptable (ni idea de si me quedé corta o me pasé de largo). 

De ahí me fui a un pasillo con una serie de cabinas con duchas, cada una con su letrerito. La tropical…¡¡¡su puta madre!!! ¡¡¡El agua helada!!! A ver, ¡¡¡que yo soy de clima mediterráneo y eso no se hace!!!


La secuencial…ah, aquí sale calentita…me pongo debajo y empieza a enfriar, aguanto, aguanto, aguanto…ahora salen unos chorros que me dan por los hombros…calentita otra vez…helada de repente…ahora chorros en los muslos…calentita…helada…y ahora en las pantorrillas…vale. Esto está dominao.

Otra ducha, nebulizadora. ¿¿Si os digo que me di tal susto que pegué un respingo y un gritito queda muy ridículo??

Después de eso me quedaba la de aromaterapia, pero pensé que ya me había duchado bastante.

Pasé por delante de un pediluvio que parece ser que es un pasillo de piedrecitas que te echan chorros en los pies, pero pasé de largo cuando vi, un poco más allá…LA PISCINA. 

A esto venía yo. A flotar, chapotear y a disfrutar con los chorritos y las burbujitas. Lo primero que probé fue una tumbona que, cuando le dabas a un botón se le encendían un montón de chorros. Pera, que hay uno metiéndoseme por el cucu, me voy a mover, ahora se me está metiendo por el …ah, que gustito…Mi mayor dificultad fue que flotaba y no paraba de mover la dirección de los chorritos. Al final tuve que agarrarme a la tumbona aquella para poder aprovecharla un poco. Muy relajante no fue. 

De los otros chorros, aquellos que se ceban con tu maltrecha espalda y cervicales mejor no hablar. Algunos directamente dolían, otros creaban tan tsunami que el agua me pasaba por encima y no me dejaban respirar. Cuando empecé a tragar agua a lo tonto me fui de allí.



El resto del circuito me lo pasé chapoteando y nadando al estilo perrito en la piscina/bañera hasta que llegó la chica a buscarme para el masaje. 

Me pasa a una sala donde hay una camilla de esas con el agujero para la cara, incienso y música chillout y me da un paquetito que me dice que es un tanga de papel para que me lo ponga para estar más cómoda y menos mojada (comprensible por otro lado). Mal empezamos, yo en bolas no me relajo a no ser que sean los previos del fornicio. 

Me coloco como puedo con la cara en el agujero y no me cabe. No sé si es porque tenía una toalla alrededor del agujero que o hacía más pequeño o que yo tengo una cara de pan considerable (que tampoco lo descarto), el caso es que a mi la jeta no me cabía.


La chica que viene y empieza con el masaje. Yo teeeeeeeensaaaaaaaa. Me echa aceititos y mierdas pringosas y me empieza a acariciar los pies (mierda, ¿me olerán? tendría que haber pasado por el pediluvio).


Lo que sigue a continuación son veinte minutos de amasamiento de mis lorzas mientras yo estaba todo el tiempo intentando acomodar mi cara en ese agujero.
Cuando acabó fue casi un alivio poder sacar la cabeza de allí y no, no me relajé. 

Misión fallida. Estoy rota. 

Burotachos