Hay una ley no escrita que da por hecho que, si estás gorda, tienes unos melones de campeonato, pero no es así.

Mi cadera es voluminosa, pero en lugar de cántaros de miel, la puta genética me dio dos bricks de zumo medios vacíos.

Ya no es solo que dos tetas tiren más que dos carretas, es que no hay equilibrio cuando tu talla ronda la 46-48.

Os pongo en situación: si te vas a comprar un bikini y estás delgada, la parte arriba no suele ser voluminosa, pero si tu cuerpo está moldeado cual curva de guitarra, pero no tienes casi pecho, vale la pena que te pongas el sujetador en la cabeza o lo uses de tienda de campaña porque ni juntando las dos tetas y poniendo relleno, llegas a llenar uno de los huecos.

Esto pasa porque las cabecitas de los diseñadores no están bien. Ellos piensan: culo gordo= tetas gordas. Pues no baby, no siempre es así. ¡Menos mal que ahora se compran las piezas por separado!

Es más, creo que quien tomó esta decisión lo hizo porque estaba hasta el mismísimo de que no se ajustara a sus necesidades.

Este hecho no afecta solo a la ropa, sino que también crea mucho complejo. Cuando ves fotos de chicas que tienen un cuerpo similar al tuyo, te sientes mal hecha, porque no hay equilibrio ni simetría.

Esto repercute mucho a la hora de ligar. Parece una estupidez, pero te quita seguridad. Es cierto que una tetuda no tiene que ir con los pechotes por delante, pero sí que sabe que es un adherido a su encanto, mientras que las gordis planis como yo, ni chicha ni limoná.

Pero no vamos a hacer un drama porque nuestro cuerpo no sea todo lo voluminoso que nos gustaría por todos sus rincones.

Sí que es cierto que la ventaja que tiene el carecer de pecho es que desarrollas la capacidad de reírte de ello. Tú misma te haces bromas pesadas y parece que te guste no tener senos grandes como misiles soviéticos.

Además, sufrirás menos dolores de espalda y no te costará tanto conseguir una postura para dormir. Nosotras, las planas, podemos dormir boca abajo sin problemas y eso es una gozada.