A veces la vida te da un regalo y te lo quita demasiado pronto.

Entonces únicamente te queda pensar el tiempo que has tenido para disfrutarlo y lo afortunado que has sido de poder tenerlo en tu línea temporal de vida.

Recuerdo que la primera vez que la vi me pareció una mujer extrañísima. Muy nerviosa, con una conversación disparatada y con una energía enorme. Aquel día estábamos en un festival de música y venía acompañando a una amiga en común, en seguida se integró en el grupo, comenzó a charlar con su verborrea incansable. Nos invitó a unos chupitos y recuerdo esa noche entre una nebulosa de alcohol y conciertos. Cuando me desperté al día siguiente recuerdo comentarle a Manuel: ¿qué rara es Laura verdad?¿no te parece una chica súper rara?.

La vida nos siguió trayendo casualidades: cumpleaños, unas cañas y poco a poco se fue integrando en mi vida pasando de ser un personaje secundario a uno con un protagonismo luminoso.

Dinámica, alegre, con su precioso pelo rubio con mechas más claras y ondas naturales sobre los hombros, sus cejas siempre despeinadas, su voz chillona y sus ojos llenos de inteligencia, dirigían cualquier situación social de una manera deslumbrante.

Estuviese donde estuviese pasaba a ser inmediatamente la protagonista, con su vehemencia y su vitalidad que a veces rondaba lo infantil y a veces una madurez tan serena que hacía que todo el mundo se sintiese cómodo a su lado. 

Ella era de esas personas con un don social tan elevado que unía grupos y personas que un primer momento podrían parecer claramente incompatibles haciendo que cada día o noche a su lado resultase eterno e inolvidable.

Con una agenda siempre tan llena de planes: viajes, conciertos, exposiciones o cenas en la que a veces resultaba complicado encontrar un hueco, pero que conmovía cuando te enseñaba su calendario con mil planes y sabías que tenía anotado tu cumpleaños para no hacer otros planes ese día o el próximo concierto para el que habíais quedado.

Entonces sonó el teléfono y se nos rompió algo. Al principio fue como una nebulosa irreal y trágica, que poco a poco se fue consolidando en una realidad sorda y espesa y seca.

Ahora que ha pasado el tiempo, a veces me duele tanto pensarla que intento no hacerlo, pero cada canción, o cada situación nueva me remueve como si tuviese un cascabel dentro que me recuerda que sigue muy dentro de mí y que no puedo olvidarla.

Cuando la pienso se me llenan los ojos de tristeza como si un mar salado brotase de mis ojos, se me quedan pendientes tantos planes por hacer y tantos recuerdos por crear juntas que me parece injusto que su tiempo haya sido tan breve.

También me duele pensar en los planes que ella tenía pendientes; sus viajes, sus conciertos, sus proyectos de vida… pensar que se quedarán en una caja esperando a que ella vuelva a darles vida, como unos juguetes abandonados, se me vuelve injusto e inconcebible y siento como un grito ahogado que se me coge al pecho y lo envuelve todo en una bruma gris.

Se me queda entre los labios haberle dicho lo guapa que estaba con su nuevo corte pelo o haberla abrazado más o besado más o haberle dicho “te quiero amiga”.

Y entre los últimos recuerdos me queda verla fatigada pero alegre, bebiéndose una cerveza mientras hablábamos de todo y de nada, como cuando estuvimos hablando de que la última canción de Pau Donés, era una oda a la vida y una despedida llena de margaritas cuando íbamos camino de casa.

Me quedan las pizzas de queso, las cervezas, los unicornios y su sonrisa oceánica, no la más bonita ni la más blanca pero sí de las más amplias y sinceras que he visto en la vida.

El recuerdo de su última racha “mala” y como todos suspiramos tranquilos viendo como comenzaba a volver a llenarse de luz y ser nuestra “Duendecilla”.

O de aquella vez que me dijo: prefiero ser como tú y como yo, y sufrir por muchas cosas en la vida, a dejar que la vida pase por mí sin dejar huella.

Y sin duda has dejado huella, amiga, una huella enorme y brillante llena de destellos y “luces de neón”, canciones, bailes e iridiscencia mágica. 

Pero también has dejado un agujero muy grande y muy amargo en todos los que hemos tenido la suerte de poder tenerte a nuestro lado.

Y es que nos has hecho una putada muy grande dejándonos así de solos. Porque nos has dejado huérfanos de ti, de tus locuras y de tu brillo multicolor.

Decirte que siempre tendrás un hueco con nosotros, y que por mucho que pasen los años y generemos recuerdos sin ti; siempre estaré esperando a que aparezcas con tu sonrisa llena de picardía y tus gestos amables.

Y que has sido y eres un ejemplo de cómo disfrutar la vida, haciendo a los demás la vida con pequeños detalles más bonita.

Allá donde estés o no estés, siempre estarás amiga, nunca te olvidaremos.

 

19/12/2020

Noa