Llevamos semanas trabajando unidas y todavía no consigo amanecer ni una sola mañana sin la sensación agridulce en mi cuerpo. Habíamos formado un gran equipo a pesar de no conocernos en absoluto antes de que toda esta locura comenzase.

Lidia, Sonia, Carolina y yo éramos hasta entonces madres y amas de casa. Trabajábamos en nuestros hogares, a destajo, para que nada fallase y mantener bien en lo alto a nuestras familias. Cada una de una punta opuesta del país, pero con tantísimas cosas en común…

Mis hijos son ya adolescentes, de esos que te responden con gruñidos si no tienen el día y te dicen que ‘no los rayes‘ cuando les das algún consejo que no te han pedido. Dos tengo ni más ni menos, aunque alguna de mis ahora compañeras me supera por goleada.

Sobrevivir a la adolescencia de un hijo es uno de los exámenes más duros de la educación de un menor. A su alcance tienen tantísimos peligros, tanta violencia, y ellos se sienten tan fuertes e independientes que hay que saber muy bien cuándo soltar la cuerda y en qué momento dejarla ir. Por fortuna mis retoños (porque aunque ellos no lo quieran, para mí continúan siendo mis cachorritos) son jóvenes con valores muy positivos y así quiero que continúen.

Quizás lo que más me costó de toda esta etapa ha sido adaptarme a su evolución en la sexualidad. Ya lo dije, mi yo interior no llega a asumir que mis hijos sean ahora pequeños hombres, por lo que la primera vez que descubrí una revista porno escondida bajo su colchón quise llorar. Y lo peor no se quedaba en unas simples fotografías, sino que fui consciente de la facilidad con la que los jóvenes de hoy en día visionan vídeos de lo más pervertidos e irreales.

revistas para adultos

Una simple búsqueda en Google me dio la razón al instante. Escribes la palabra ‘porno‘ y al segundo tienes a tu disposición cientos y cientos de grabaciones y películas horripilantes. Mujeres sumisas gimiendo como gatas en celo sin que apenas las hayan tocado, hombres musculados que sodomizan a diestro y siniestro, historias totalmente falsas que nuestros hijos contemplan como la realidad del sexo.

Algunos de esos vídeos me produjeron hasta arcadas dada la violencia en la que se basaban. ¿Ésto es lo que yo quiero que entiendan mis hijos por sexo? No lo podía permitir. Habrá quien piense que estaba siendo exagerada y que cualquiera en sus cabales sabría distinguir entre una película y la realidad, pero ante la duda y la cantidad ingente de material online… Di la voz de alarma.

Mi breve etapa laboral en una revista me permitió tener el contacto de una importante productora de un medio nacional. Necesitaba proponerle mi inquietud para que ella valorase si aquel tema podía ser lo suficientemente interesante como para ocupar espacio en su programa. Temía que se riese de mí y me respondiese restándole importancia a mi problema, pero por suerte Mónica se mantuvo unos segundos en silencio y me respondió tajante:

¿Sabes qué te digo? Que al fin escucho a una madre que no quiere mirar hacia otro lado con la educación sexual de sus hijos‘.

Se tomó un momento y rápidamente comenzó a organizarlo todo. Era como un ordenador escupiendo información que le surgía sin cesar en el disco duro. Todo en ella eran ideas que romperían con cualquier cosa vista hasta el momento, íbamos a enseñarle al mundo cómo debería ser la pornografía real.

Durante las semanas posteriores las llamadas y mensajes de Mónica se repitieron sin cesar. Fue ella la que localizó al resto de mis compañeras a través de cientos de contactos y referencias. Y ella misma puso a nuestra disposición todos los medios para que aquella pequeña alarma mía se convirtiera en todo un proyecto televisivo.

mujeres charlando

Nuestra primera toma de contacto fue como un café entre amigas. Pusimos sobre la mesa los motivos que nos habían llevado a aceptar aquella labor y juntas llegamos a la conclusión de que cualquier madre en su sano juicio no querría que sus hijos comprendieran la sexualidad como se la estaba mostrando la sociedad actual.

Algunas relataban que habían intentado hablar del tema directamente con sus hijos, pero que el resultado habían sido caras de sorpresa y de asco inmenso. La inmadurez es lo que tiene, pero es justo ahora cuando ellos empiezan a coquetear con el sexo, no se puede esperar a que lo entiendan pues quizás ya sea demasiado tarde.

En mi casa solamente mi marido sabe que estoy metida en todo esto, mis cuatro hijos se morirían si se enterasen‘, dijo Sonia sonrojada y nerviosa mientras daba vueltas a su café.

Yo he sido completamente sincera, ya que no puedo prohibirles ciertas cosas, al menos que sepan lo que hay‘, espetó Carolina muy rotunda.

El primer paso fue crear un guión (sí, porno con guión) que enmarcase una situación sexual dentro de la lógica. Fuera mujeres que trabajan con las tetas sobre la mesa, adiós al personaje archi-conocido del butanero cachas, nada de conversaciones sin sentido… Queríamos una escena auténtica, que atrajese al público pero que no engañase con estereotipos.

Y sobre todo, queríamos actores y actrices verdaderos y con físicos corrientes. Que por supuesto existen mujeres con pechos inmensos y cinturas estrechísimas, al igual que hay chicos súper musculados, pero nosotras necesitábamos dar visibilidad al sexo habitual y a las personas con las que ellos se identificasen.

Beso de pareja

Una primera parte que apenas debería habernos ocupado unos días, derivó en multitud de problemas y desaprobaciones. ‘Porno es porno‘, nos decían los expertos que nos asesoraban.

Por supuesto, y es esa idea la que queremos eliminar‘ repetíamos nosotras una y otra vez.

Queremos que la sociedad se ponga a mil con algo real, es posible, yo lo hago mínimo una vez a la semana. ¿Por qué los jóvenes no lo van a poder hacer? No hablábamos de sexo apolillado ni vulgar, sino de sensualidad verídica y sin mentiras.

Como de la noche a la mañana el cuarteto de amas de casa que habíamos sido hasta entonces se convirtió en la agrupación más buscada por los miembros del canal para el que colaborábamos. Algunos bromeaban con nuestro proyecto, otros nos felicitaban por lo rompedoras que éramos llevando adelante semejante trabajo. Y nosotras caminábamos con la cabeza bien alta entre tanta palabrería.

Puede que el final del encargo que Mónica nos asignó se quede en una anécdota temporal, o quizás efectivamente rompamos todos los moldes y los jóvenes empiecen a comprender ciertas cosas. Sea como sea nosotras ya estamos en marcha, por la educación de nuestros hijos y sobre todo por demostrar que existe el sexo más allá de lo que nos quieren venden.

Relato inspirado en la historia de Sarah Louise y sus compañeras, protagonistas del programa de Channel 4 ‘Mums make porn’.