Estoy cansada del succionador de clítoris.

Que si satisfyer pa’ arriba, que si pingüino pa’ abajo. Que si pa’ aquí, que si pa’ allá.

Que ya me he enterado, que os mola el succionador más que a un tonto un lápiz. Que sí. YA PASÓ.

Pues A MI NO ME GUSTA

Se tenía que decir y se dijo.

¿Sabes lo que me produce a mi el succionador? Pereza.

Y, atenta, que puede que esto te sorprenda: no pasa nada porque no me guste. Ni estoy incompleta, ni tiene que venir nadie a enseñarme a usarlo, ni me pasa algo raro, ni NADA de NADA. Simplemente, no me gusta. Igual que a otra puede no gustarle cualquier otra práctica. Y no se ha muerto nadie por ello.

Hace poco una instagramer recibió un mensaje de una chica que le decía que a ella el satisfyer no le había gustado. Pues dedicó unos 25 stories a explicarle cómo se utilizaba bien. Porque estaba claro que la chica no sabía usarlo, faltaría más. También le dijo que tenía que abrirse un poco la mente para “disfrutar como una reina” y “mimar su clítoris”, porque le hacía falta.

Con un par. Porque ahora a todas nos tiene que gustar lo mismo y si no te gusta el succionador de clítoris eres rara que te cagas y no sabes lo que es mejor para tu coño.

Me llama la atención lo claro que tenemos que no a todas nos tiene que gustar el mismo prototipo de tío o de tía, que no a todos nos tiene por qué gustar lo que está dentro de “la norma” (que, por cierto, no puede gustarte algo dentro de la norma cuando no debería de haber normas en las cosas que te gustan o te dan de gustar), pero parece que nos cuesta tanto cuando a alguien no le gusta lo mismo en la cama.

¿No te gusta la penetración? Algo te pasa.

¿No te gusta que te coman el coño? Háztelo mirar.

¿No te gusta hacer felaciones? Chica, no estás bien.

¿No te gusta el succioeitor? No estás lo suficientemente liberada. Faltaría más.

Pues a mi no me gusta. Y no hablo por todas las mujeres del mundo, ni digo que a nadie le tenga que gustar. Digo que A MÍ, en negrita y en mayúscula, no me gusta. Y si A TI, en negrita y en mayúscula también, te gusta, es fantástico. Y si no te gusta como a mí, también es fantástico, seguro que hay un montón de cosas que sí te gustan. Pues haz esas, es así de simple.

  • Igual no me gusta porque me hace daño, porque ¡sorpresa! Igual que no todas tenemos el mismo umbral del dolor, no todas tenemos el mismo umbral del placer, en lugar de hacer disfrutar, nos hace pupa
  • Igual no me gusta porque no me da ningún tipo de satisfacción el satisfyer (guiño guiño) si te hace correrte en 30 segundos. Disfruto más del proceso y 30 segundos me puede parecer una basura, aunque el orgasmo sea estratosférico. 
  • Igual simplemente no me gusta masturbarme por lo que sea y, por eso, aunque lo haya probado, el satysfier no me llama la atención.
  • Igual me parece que está bien para un día, pero no fue para tanto y lo que me parece es que está sobrevalorado.

Todo esto son opiniones de mujeres con las que he hablado. Y eso que ni siquiera nos hemos metido a hablar en las repercusiones que pueden tener a largo plazo el uso exclusivo y/o excesivo, solo hablo de gustos.

Si yo no me meto en que a ti te guste o no, ¿por qué tiene que venir a mi nadie a decirme que estoy mal hecha o sucedáneos por el hecho de que A MÍ (repito, en negrita y en mayúscula) no me guste? Luego nos quejamos de imposiciones, cuando en realidad estamos haciendo lo mismo a la inversa.

Vive y deja vivir a las demás. Y a sus coños también.

 

 

Natalia y el Sexo