La canción «La Ira de Toffana»  de mis amadas Ira Rap me enseñó más sobre Historia de las mujeres que todos mis años de instituto; me apuesto lo que sea a que a ti tampoco te educaron mucho en estos temas, así que con una de las envenenadoras más famosas de la Historia iniciamos el tercer artículo de Herstory: Giulia Toffana, «en tu memoria, comienza el siguiente asalto».

A la señora lo de que rueden cabezas le viene de cuna: su madre era Toffana de Adamo y a la pobre la asesinaron en 1633, al hallarla culpable del envenenamiento de su esposo (a saber cómo era el pieza).

Y es que aquí tenemos el gran cisma de nuestra protago italiana: su madre, supuestamente, creó un veneno letal que no dejaba ningún tipo de huella en el cadáver y le enseñó la receta a la criatura para que se ganara la vida de mayor y para que supiera defenderse. El veneno era una mezcla de arsénico, plomo y arbusto belladona.

Realmente, para entender toda esta historia debemos tener en cuenta cómo era la vida de la mayoría de mujeres de esa época: sufrían violencia machista (porque esto, nenas, es algo que ha pasado desde la Prehistoria).

Una mujer era propiedad de su marido (si no, lo era de su padre o hermano, de hechos muchas elegían hacerse monjas para salvarse del yugo masculino) y podía disponer de ella en todos los sentidos, podían violarlas, podían pegarles, cometían adulterio de forma continua (ellas no claro), etc. A veces, la única forma de salvar tu propia vida era arrebatando otra.

Y llegó Giulia con la libertad.

Era una mujer bastante bien parecida y con un aspecto confiable, además estaba muy concienciada con la violencia de género y sobre todo, le importaban las mujeres más pobres, aquellas que no podían salir de esta vida de forma tan fácil como otra que tuviese más posibilidades o una familia que pudiera ayudarla y respaldarla.

Siendo consciente de esta lacra, cuando Giulia quedó viuda, empezó a ayudar a las que más lo necesitaban.

Se mudó a Roma con su hija y allí vendía este veneno como perfume o como medicina, por ello no se detectó su presencia en el mercado hasta años después, y además ¿quién iba a sospechar de estas «inocentes damas»?

Esta pócima fue haciéndose famosa entre las redes de mujeres y cada vez eran más aquellas que envenenaban a sus infieles, violadores y violentos maridos.

Estas redes siempre han funcionado, se necesitaban para sobrevivir, para estar acompañadas y no encontrarse en la soledad absoluta. Y por ponerle un poco de humor, puede que hicieran reuniones rollo tuppersex, pero con veneno, yo iría fijo.

Pero, como nos pasó con nuestra Ana Bolena (si no os habéis leído el primer cap. de Herstory ya estáis tardando) no todo va a ser Jauja (que, por cierto, es una ciudad, que no tenía yo ni idea, buscadlo).

Resulta que una de las clientas de Toffana se fue de la lengua: no se sabe si porque estuvo a punto de envenenarse ella y se cagó de miedo o porque se arrepintió justo antes de matar al marido. Total, que confesó y acusó a Giulia. La policía papal fue a por ella, pero la mayoría de la población la apoyaba, por lo que no pudieron detenerla (para que luego digamos que la lucha colectiva no sirve para nada, aquí todas se aliaron para apoyarla: en realidad había salvado la vida a cientos de mujeres)

Se decidió a huir de la ciudad con su hija y se refugió en una iglesia (se acogió al asilo sagrado) pero pronto, sus detractores, expandieron la mentira de que estaba envenenando el agua de Roma y pudieron detenerla.

Las torturaron y así ella, su hija y otras compañeras confesaron (menuda confesión) haber matado a más de 600 hombres, algo que tampoco ha podido ser probado jamás. El caso es que, como a toda mujer poderosa y empoderada, fue considerada peligrosa; todas fueron asesinadas en la horca en 1659.

La figura de Giulia Toffana fue recogida de nuevo por los Prerrafaelitas, una corriente artística del siglo 19 (lo pongo en número porque estoy harta de que demos por hecho que todas leemos números romanos) que tienen unos cuadros brutales (seguro que os suena el de Ofelia) y eran muy bohemios ellos. Hoy en día vivirían en Malasaña.

Así que mis recomendaciones de hoy son: no bebas perfume, apoya a tu red de mujeres, mira a ver quien son los Prerrafaelitas y Ofelia y escucha a Ira Rap. Un abrazo compas.

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