Lee aquí la primera parte de esta historia.

 

¿Que fui una idiota? Puede que quizás no tanto, pero al menos un pequeño tironcillo de orejas sí que me merecía…

Muchas me lo habéis dicho, incluso algunas de mis mejores amigas una vez se enteraron de mi comida de coco me preguntaron si todo iba bien ahí dentro. No os falta razón, ¿cómo puedo volverme medio tarumba con el futuro frente a un chico estupendo al que todavía estoy conociendo? Cierto es que Manu y yo nos llevamos cruzando muchos meses, pero eso no significa que nuestra ‘relación’ sea tan longeva. Pero vayamos al tema, que me voy por las ramas y me pierdo.

Manu me escribió, sí, después de unos días guardando las distancias, aquellas que yo no le había pedido pero que le había dado a entender. Era evidente que ese chico quería seguir conociéndome al fin y al cabo, a pesar de dar con una pequeña desquiciada que solo sabía preocuparse por el qué pasará entonces. Merecía una oportunidad, realmente la merecíamos ambos. Él y yo, juntos, haciendo lo que nos apeteciese con ninguna otra finalidad que no fuese divertirnos.

Así que me emperifollé un poquito y salí hacia su casa. Tranquila y concienciada de que mis movidas personales debían quedarse en el portal, que debía dejarme llevar por lo que viniese, sin más. Manu me recibió sonriente, como de costumbre, guapo a rabiar y con total aspecto de acabar de darse una buena ducha. Nos dimos un abrazo y me invitó a pasar. Aquel pequeño piso olía a incienso, en el salón Luka me miraba desde su cojín, movía el rabo a mil revoluciones como celebrando el verme allí. Me centré en darle unos cuantos mimos bajo la atenta mirada de Manu, que permanecía a mi lado sin dejar de sonreír.

¿Te puedo invitar a una cerveza, una fanta, agua, un vaso de leche?

Ninguno de los dos teníamos nada claro de qué iría aquella tarde. Nos sentamos en el sofá en silencio, yo le daba pequeños tragos al botellín helado que Manu me había traído de la cocina. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba de pronto toda la complicidad que se veía entre nosotros? ‘Deja de pensar, deja de darle vueltas, solo sé tú, vuelve a ser aquella chica del parque, sin más…

Y entonces, ¿qué te apetece hacer? ¿Una peli, una partida a la Play, emborracharnos a botellines en silencio? Cualquier opción me parece un planazo…

Se le notaba tenso, las palabras salían de la boca de Manu como atropelladas por unos nervios que no le había notado antes. Aquello solo podía significar una cosa, tenía que lanzarme yo, directa a la piscina, o a sus brazos.

Dejé el botellín sobre la mesa y simplemente le pedí silencio, me senté a horcajadas sobre su piernas y empecé a besarlo despacio, por el cuello, los labios, el lóbulo de la oreja…

Bueno, esto tampoco es mala idea…

foro pareja

Lo hice, y sin más porque me apetecía y porque Manu me pone muchísimo. Ya no solo físicamente, sino también como persona encantadora, como hombre comprensivo y cariñoso. Perdí la noción del tiempo mientras nos comíamos a besos en su salón, y después me invitó a que nos mudásemos a su cuarto. Me desnudó primero con la mirada y después con sus manos, me acarició con cuidado hasta que le pedí que subiese la intensidad. Abracé su cuerpo con fuerza, pude contar cada uno de sus tatuajes y él los míos. Me llamó preciosa, repitió mil veces lo mucho que le ponía mi cuerpo. Y yo me derretí y me deshice en tres orgasmos que retumbaron entre aquellas cuatro paredes.

Al terminar nos tumbamos juntos sobre la cama, agotados y sudados hasta las cejas. Manu se giró para observarme una vez más, yo tapaba mi cuerpo con la sábana ¿os he dicho ya que todavía no he conseguido amar mi físico como debería? Él me destapó y besó con delicadeza mi barriga, con pequeños mordisquitos que rodeaban mi ombligo.

Eres increíble, ¿lo sabías?‘ Me preguntó fijando sus ojos de nuevo sobre los míos.

Casi tanto como tú…

Agarré su nuca y volví a besarlo una vez más. Me hubiera quedado toda la vida en aquella cama, lo juro. En la vida había estado tan cómoda y relajada como aquella tarde con Manu a mi lado. Me había prometido una tregua a mí misma y la estaba cumpliendo. Cuando nos dimos cuenta llevábamos más de una hora hablando de lo divino y de lo humano allí tirados, desnudos y semi abrazados.

Me muero de hambre, te invito a una pizza, ¿te apetece?

Y así fue como la tarde de no hacer nada del otro mundo se convirtió en una segunda cita casi perfecta. Pizza, cervezas, un par de partidas a la Play y de vuelta esa conexión que volvía a encenderse entre nosotros. Ya casi de madrugada le dije a Manu que tenía que irme, aunque era más que evidente que a ninguno nos gustaba la idea.

Ummmm, ¿y sería algo terrible que te quedaras? No lo hagas por mí, hazlo por Luka, mira con qué carita te mira la criatura…‘ A aquella propuesta le acompañaron unos pucheros de lo más tierno, como para negarse.

No sé si el quedarme fue buena o mala idea, si debí haberme ido a mi casa para que las cosas sucediesen de otra manera. Ahora lo pienso y lo remuevo dentro de mí como si las circunstancias pudieran haber cambiado. El caso es que en medio de la madrugada un sonido repetido me despertó, venía del salón. Una y otra vez, aquel ruido me hacía volver a abrir los ojos. Me levanté de la cama y fui directa a la cocina para beber un vaso de agua, mientras estaba allí el sonido volvió a comenzar. Era el teléfono de Manu.

*Llamada entrante

‘Carmen (No contestar)’*

La llamada terminó y en la pantalla se podía ver un aviso masivo: 6 llamadas perdidas. Todas del mismo número, todas de ‘Carmen (No contestar)’. Regresé a la cama, el teléfono volvió a sonar una vez más. Ante la insistencia desperté a Manu y lo avisé, debía ser algo importante, eran las cinco de la mañana. Él se levantó y tras pasar unos minutos en el salón, volvió a la habitación como si nada.

¿Pasaba algo? Ha sonado un montón de veces…

¡Qué va! Alguien que se habrá equivocado, ya lo apagué.

foro pareja

¿Y cómo os tomaríais vosotras todo esto? Le ofrecí el beneficio de la duda y supuse que la tal Carmen pudo haberse confundido, unas diez veces y de madrugada, pero en aquel momento no quise que nada estropeara mi momento especial con Manu. Tenía cero interés en saber quién era aquella persona o por qué había marcado el número de Manu tantas veces aquella noche. Volví a cerrar los ojos intentando borrar la última media hora. Claro que no me esperaba que la mañana empezase como lo hizo…

Ey… Buenos días señorita. Joder, tenía mil planes contigo para esta mañana, pero los voy a tener que cambiar. Me ha surgido un problema… ¿tardas mucho en arreglarte?

En cuestión de casi segundos estaba en pie y terminando de vestirme ante la nerviosa atención de Manu, que no dejaba de mirar su teléfono una y otra vez. No quise saber más de la cuenta, tan solo pregunté si todo iba bien y él se limitó a responderme con un ‘claro que sí‘ que sonó un poco de aquella manera. Nos despedimos con un beso y volví a casa la mar de desconcertada.

No supe nada de Manu en lo que restó de día. Le envié un mensaje por la noche aprovechando para darle las gracias por la cita y desearle dulces sueños. Mi whatsapp se quedó en el limbo de los mensajes. Me fui a la cama y dormí a trompicones, al menos hasta que un aviso hizo zumbar mi teléfono sobre mi mesilla.

Sigo pensando lo mismo que hace unas horas, eres increíble. Ahora me arrepiento un poco de cómo te despedí esta mañana. Te mereces la verdad desde el principio. ¿Quedamos un día de esta semana? Un beso.

La verdad‘, ¡mierda! ¿Qué verdad? ¿La verdad de Carmen? Siempre tiene que haber un pero, y se ve que ahí llegaba el de Manu. Al menos había tenido la decencia de ser sincero. O se había apiadado de una pobre idiota… Respondí al momento, con naturalidad y sin darle mayor importancia (JA-JA). Invité a Manu a una buena botella de vino el martes por la noche en mi casa, y él aceptó con los emoticonos de guiño y flamenca. Pues ya de conocer ‘la verdad’ que fuese cuanto antes, ¿no?

Fotografía de portada