El pasado mes de diciembre fui a la revisión postparto.

Mi hija pequeña tiene casi cuatro años, pero bueno, ya sabéis, un día por el otro… En fin, que tenía que ir al ginecólogo porque tocaba — y mucho —, porque los regalitos de mi querido síndrome de ovario poliquístico llevaban una buena temporada desaforados y porque quería que me aconsejase un método anticonceptivo adecuado para mí.

Salí de la consulta después de la preceptiva citología, ecografía y exploración general y… con una receta para comprar la píldora.

Sí, soy consciente, eso de enmascarar el SOP con la píldora es muy del siglo pasado. Pero soy un poco como el Dioni, me cuesta decir que no. Máxime cuando es un profesional supuestamente cualificado el que me está recomendando algo.

Por otro lado, me hacía ilusión pensar que tal vez la pastillita de marras podría ayudar a mejorar el hirsutismo y otros síntomas, aunque fuese con un parche temporal del que me pudiera arrepentir con el tiempo.

Pues bien, ahora que ya llevo unos meses tomándola, y dejando a un lado su principal cometido (evitar el embarazo), estoy haciendo balance entre sus ventajas e inconvenientes para decidir si sigo con ella o si, por el contrario, la dejo para siempre.

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Ya se sabe que cada cuerpo es un mundo y que un medicamento que a alguien le produce ciertos efectos, a otra persona puede no hacerlo en absoluto o causarle otros totalmente diferentes.

De modo que lo que detallo a continuación es solo lo que una píldora anticonceptiva concreta me produce también concretamente a mí y a mi cuerpo.

Veamos mi lista de pros y contras:

 

  • PRO – REGULARIDAD. Sé exactamente cuándo me va a venir la regla. Bueno, lo que me viene no es una regla, pero vamos, que con la píldora sé cuándo voy a sangrar y por cuánto tiempo con bastante precisión. Uno de los motivos por los que empecé a tomarla fue este punto positivo. Positivo porque aquí la menda es de las que en cada ciclo sufre la ‘monstruación’. Soy la única mujer que conozco que se ha resbalado en su propio charco de sangre menstrual, así soy yo. Dos veces me ha pasado. Es sumamente agradable no pasarme dos o tres días arrastrando una manta vieja para sentarme encima y no arriesgarme a destrozar el sofá. Ni tener que salir del trabajo con una chaqueta atada en la cintura para tapar el desastre que llevo en los pantalones. Entre otras situaciones que más parecen salidas de una secuela raruna de Carrie que de la vida de un ser humano normal.

 

  • CONTRA – REGULARIDAD. No, no se me ha ido la olla. A lo que voy es a que, si no tomo nada, mis reglas vienen cuando quieren y cuando les da la gana. Lo mismo tengo dos el mismo mes, que no vuelvo a saber de ella en un semestre. Por eso es un inconveniente, menos tiempo y mucha menos cantidad, pero sangro todos los meses sin excepción. Y no estoy acostumbrada.

 

  • PRO NO HAY DOLOR. Apenas unas leves molestias el primer o segundo día. Ni cólicos ni retortijones dolorosos ni nada parecido a lo que soporto en mis ciclos naturales. Eso mola. Mogollón.

 

  • CONTRA – RETENCIÓN DE LÍQUIDOS. No me lo esperaba, la verdad. No recordaba haberla experimentado la primera vez que tomé la píldora, hace un buen porrón de años. Y será porque ha pasado mucho tiempo o por el simple hecho de que una no es igual con dieciocho que con dos décadas más a las espaldas. El caso es que llevo unos meses notando una permanente hinchazón y las piernas siempre como duras y entumecidas. Mal.

 

  • PRO – PIEL Y VELLO. Debo admitirlo, tengo la piel menos grasa. Y, si bien sigo peleando con el vello que se resiste a dejar de crecer en zonas en las que debería estar prohibido, no es menos cierto que sale más débil que antes de empezar a tomar los anticonceptivos orales.
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  • CONTRA – ¿QUIÉN ERES TÚ? Al principio pensaba que se trataba de episodios casuales y aislados, sin embargo, conforme ha ido pasando el tiempo, cada vez estoy más convencida de que los causan las hormonas. Y ¿qué es lo que sucede? Pues que hay momentos en los que siento que no soy yo. Nunca he sido una persona templada, pero en algunas ocasiones pierdo los nervios con una rapidez que no es habitual, ni siquiera en mí. Noto también que gestiono peor el estrés en el trabajo y, francamente, me viene fatal.

 

  • PRO – CABELLO. Mi pelo se ve más fuerte y sano. Hasta recogido en una coleta esta se ve más gruesa que antes. Normalmente mi cabello es fino, graso y muy quebradizo, así que estoy encantada con mi melena actual.

 

  • CONTRA – LIBIDO ¿DÓNDE ESTÁS? Ha sido algo así como ‘Hola, píldora. Adiós, libido’. Fue uno de los primeros efectos que constaté al comenzar a tomarla. A ver, en gran parte estaba dispuesta a consumirla solo como medio para evitar un embarazo, ya lo he dicho. Lo que no me esperaba es que las posibilidades de quedarme embarazada desaparecieran casi más por la disminución en la frecuencia de las relaciones que por la propia acción hormonal de la pastillita. Qué chungo ¿verdad? Esto me lo tengo que hacer mirar.

 

Como podéis ver la cosa está ajustadilla, por eso me está costando tanto decidirme. No obstante, una vez que he visto esta lista de pros y contras en la pantalla de mi ordenador, me he dado cuenta de que la mitad de los puntos positivos son cuestiones puramente estéticas… y tengo el presentimiento de que eso ha terminado de inclinar la balanza.

Me quedan catorce pastillitas en el blíster y otros tantos días para saber si ha sido así.

 

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