Vamos a ver, chicos del mundo, mi chichi no es como vuestra polla. Yo admiro con todo mi corazón el mecanismo de funcionamiento de los rabos. Te pones cachondo, esperas un par de minutos y ahí tienes una bonita, dura y venosa erección. Yo no. Necesito más y no voy a pedir perdón por ello.

Poneos en situación: tengo una cita con un tío guapísimo, tremendamente sexy y al que quiero empotar toda la noche. Nos pasamos horas bebiendo cerveza y hablando de la vida (y de sexo también). Nos damos besitos en el cuello, nos metemos mano por encima de la ropa y nos comemos los morros hasta que se nos enrojecen los labios. Al llegar a casa estoy EMPAPADA, pero no es por arte de magia, es porque llevo toda la tarde con un calentón del copón.

Dormimos juntos y a la mañana siguiente me despierto, voy a mear y me limpio la parrusa como todo ser humano con chichi después de miccionar. Me meto en la cama, me da cuatro besos, me intenta meter mano y se sorprende porque no estoy mojada. ¿PERO CÓMO VOY A ESTARLO, SI SÓLO ME HAS DADO DOS CARICIAS DE NADA?

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Yo necesito un buen froti froti acompañado de besos, de estimulación mental (ayyyy, qué infravalorada está) y de alguna que otra frasecita sexy. Si haces eso a mí me tienes chorreando como una babosa en celo. De lo contrario lo siento, pero estaré más seca que la mojama.

Por eso, hombres del mundo, os mando una petición: si queréis que vuestras chicas tengan el coñete más mojado que las paredes de mi baño después de ducharme en invierno, CURRÁOSLO. Yo me lo curro cuando estoy con un maromo. Que si caricias en los huevos, que si un dedito en el periano, que si le muerdo los pezones. De todo, vaya. Normal que luego la tenga más dura que el fémur de un brontosaurio. ¿Qué menos que recibir un poquito de lo que doy? Un dedillo en el clítoris lubricado con saliva, una lengua acariciando mis pechos, un sobeteo en el culo. Lo básico, oigan.

Yo lo siento por no sentirlo, pero mi chichi no es una fuente ni las cataratas del Niagara, al menos sin una buena dosis de mimos eróticos previos.