Hoy me he despertado reivindicativa y he decidido hacer lo que mejor se me da, dar la chapa por estos lares. Queridas amigas, bellas lectoras, empoderadas mujeres, ESTOY HASTA EL CHUMINO. ¿De qué?, os preguntaréis (en realidad no, porque lo habéis leído en el título del post). Pues de los tíos que no hacen ni un ruido en la cama.

Recuerdo que en el colegio, allá por mi tierna infancia, hicimos una obra de teatro: La Ratita Presumida. Como la profesora era muy amiga de mi madre, me dieron el papel protagonista. No sé si conoceréis la trama de esta historia, pero no tiene mucho misterio. Básicamente es una ratita con muchos pretendientes del gremio animal. Vacas, burros, perros, gatos… De todo. Pero les rechaza porque hacen ruido por la noche. Finalmente se queda con el ratoncito, que en la cama es silencioso. Yo pensé “chica, tiene lógica”. Ahora que he crecido y he chuscado me doy cuenta de que no, que tanta lógica no tiene.

Y toda esta indignación surge porque el otro día me acosté con un maromo. Al día siguiente nos pusimos a hablar de lo que nos gustaba o no en la cama y yo me sinceré. Le dije que me excitaba mucho cuando un hombre gemía, que era algo que me ponía como una moto. Atentas a su respuesta…

“Los hombres de verdad no gimen.”

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En ese momento se me cerró el coñamen herméticamente y todo el atractivo que tenía este señor se disipó. Sobra decir que no tengo intención de volver a quedar con él, pero necesito compartir esta rabia que tengo dentro.

Los hombres de verdad hacen lo que les da la gana en la cama.

Los hombres de verdad gimen si eso es lo que les apetece. Me da igual si es el “grrrr” más grave o el “ahhh” más agudo del mundo. Simplemente es lo que les sale, y cohibir un gemido es de ser medio lerdo.

Los hombres de verdad no se preocupan de los estereotipos machistas. Nadie nade sabiendo, pero poco a poco se van deconstruyendo y disfrutan en la cama.

Los hombres de verdad no tienen miedo a experimentar.

Los hombres de verdad no necesitan reafirmar una y otra vez su masculinidad tóxica. Saben lo que quieren y no tienen que demostrárselo a nadie.

Así que por favor, señores del mundo que por un casual de la vida me estáis leyendo, no pasa nada por gemir un poquito más si de verdad os apetece. Y si sois de los silenciosos, preguntaos por qué. ¿De verdad os nace estar callados o habéis inhibido los gemidos por las creencias sexistas de esta sociedad?

 

Redacción WLS