—Pues se está separando tu amiga aquella del colegio, María. Me lo dijo su madre el otro día, que me la encontré. La pobre lo está pasando muy mal.

Fue la noticia que me dio mi madre por teléfono hace poco. A mi me sorprendió, y no por lo infrecuente, sino porque la pareja me parecía feliz y bien avenida. Tienen dos hijos pequeños, uno de cinco y otra de dos. Pensé en ellos porque una separación siempre es dura y los cambios le cuestan a todo el mundo, pero a los niños más. Se recuperarán, claro, más aún si sus padres son lo bastantes maduros emocionalmente como para tener una relación cordial y ejercer la coparentalidad.

Luego me enteré de que el marido de María le había puesto los cuernos con una del pueblo. Su mujer se enteró, no sé cómo, y lo dejó.

Motivo habitual de rupturas en la actualidad, n.º 1: hay más escenarios para la infidelidad, y esta está más normalizada.

Las infidelidades hoy no solo se dan con tu marido o mujer escabullándose con su amante entre mil excusas. Se pueden dar delante de tus ojos, con los dos en el salón. Tu esposo empalmándose con la conversación guarra que está teniendo con una compañera de trabajo en tu cara. Y, por lo visto, el 9% de los adultos encuestados en un estudio la ven como “moralmente aceptable”, un 5% más que en 2006.

Luego está el caso de otra amiga más cercana, Isa. Su marido también era buen amigo nuestro, así que salíamos juntos con relativa frecuencia. La pareja tenía diferencias obvias, pero las llevaban bien, o eso parecía.

En algún momento, empezó a ser habitual que Isa hablara a su marido con desprecio. Todas esas diferencias que encajaba bien comenzaron a molestarla mucho. Y, bueno, también perdió unos kilos, empezó a sentirse más atractiva, acaparó nuevas atenciones y se dejó querer. De repente, comenzaron a seguirla en Instagram tíos de toda ralea. Y ella contestaba con la media sonrisita en la cara, estuviera donde estuviera.

A los seis meses de dejarlo con su marido, Isa conoció a otro vía Tinder. Me dijo que se había quitado un peso de encima. No mencionó que su ex había tenido a bien dejarle un buen pico en el banco para que empezara de cero. Así que ella se pegó el verano de su vida, terminó unos estudios que tenía pendientes y encontró un buen trabajo.

Motivo habitual de rupturas en la actualidad, n.º 2: los estímulos externos a los que estamos sobreexpuestos.

Hay psicólogos que hablan del alto uso de aplicaciones que muestran a personas aparentemente hermosas e interesantes.

Se ha intensificado el “miedo a perderse algo” y tendemos a hacer más comparaciones injustas que dejan a nuestra pareja en mal lugar. Incluso a que consideremos que merecemos más.

Son solo dos motivos, pero hay más:

3. Pilares que se caen, sea la pasión, lo sexual, el compromiso o una evolución diferente.

4. La paciencia no es la misma. En tiempos de la gratificación instantánea del “lo quiero aquí ahora, lo tengo aquí y ahora”, el amor se vuelve de usar y tirar.

5. Hay más referentes divorciados y las separaciones (por suerte) se han normalizado.

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Ni aguantar ni borrarse a las primeras de cambio

El divorcio fue una conquista social, no hay duda. Porque no hay por qué aguantar lo que antes se aguantaba por estigma social o por ni siquiera poder sobrevivir lejos de la pareja.

Celebramos el divorcio, pero, a la vez, seguimos teniendo la aspiración de tener una pareja a largo plazo. Cuando Rosalía y Rauw Alejandro terminaron, en una ruptura que hirió a toda la Gen-Z, él cantaba:

«Y qué pena, las pareja’ ya no duran, duran poquito.

Quedan pocos viejitos, que nos digan sus truquito’

¿De qué manera puedo ver

toda la vida contigo el amanecer?«.

Hay estudios que apuntan a que la estabilidad y la felicidad de las relaciones largas generan bienestar. Otros tantos se pelean en atribuir mayor felicidad a solteros o a casados.

Yo supongo que ni lo uno ni lo otro. Espero que exista un equilibrio entre el conformismo y el abandono precipitado. Entre aguantar carros y carretas y dejar a una pareja porque está perdiendo pelo. Entre trabajar una relación que genera bienestar o dejarse llevar por cantos de sirena porque “la vida es corta”. Tal vez en encontrar ese equilibrio, adaptado a las necesidades de cada cual, está una de las claves de la felicidad.

Esse