Hola. Me llamo Lidia y tengo un problema con los chicos latinos. Aunque, bueno, quizás lo tienen ellos conmigo, tampoco les he preguntado todavía. ¿No dicen que hay un lazo rojo del destino que une a las personas? Pues el mío me une con Sudamérica entera. No os voy a engañar, a mí los latinos siempre me han gustado. Puede que el origen sea que desde pequeñita me he tragado todas las telenovelas latinas posibles. Ni que decir tiene que actualmente me niego a ver telenovelas turcas, soy una mujer de principios. Pasión de gavilanes, El cuerpo del deseo, Gata salvaje, Rubí, Carita de Ángel, Acorralada… Tenía hasta el álbum de cromos y fotografías de Pasión de Gavilanes y lo que me dio con Rebelde yo lo llamaría tener una enfermedad psicológica grave… Lo siento por ti si eras de Rebelde Way, pero en esta casa somos de RBD. Me río yo de las k-popers, del Can Yamal y de toda esta gente. Ellos nunca sabrán lo que es que tus actores de telenovela favoritos vayan a El Diario de Patricia.

A pesar de que la atracción por ese asento, esa entonasión, esos cuerpos bronseados y ese piquito de oro era más que evidente, no fue hasta hace un par de años cuando fui consciente del imán que suponían para mí. ¿¿Acaso veis normal que me mude a Londres durante un año y solo me sintiese atraída por latinos?? ¡En un país donde hay David Beckhams por todos lados! Desde luego, lo de irme de au pair a UK y acabar de turismo sexual por Sudamérica si que no se lo esperaba nadie. Que acabase con ingleses borrachos y maleducados sí, pero latinos zalameros sí que no. No sé cómo la Reina Victoria no se murió de este disgusto.

Al principio fue pura necesidad. No controlaba el idioma y mi círculo comenzó a llenarse de hispanos que vivían en Londres. Pero joder, tía, cuando llevas más de 6 meses ya controlas el idioma, ya no te sirve eso como excusa, mi ciela. Lo que empezó como un chascarrillo entre amigas acabó como el peor de los vicios… Como si de una droga se tratase y tranquis, no hablo del popper, eso ya en otro momento. Cuando me quise dar cuenta ya había saboreado más países de los que había visitado en toda mi vida: Ecuador, Bolivia, Argentina, Colombia y Venezuela fueron los países participantes de este turismo sexual sin necesidad de coger un avión. Más bien cogiendo otras cosas. Miami y yo os lo confirmamos.

La primera parada de esta expedición por las tierras de Simón Bolívar tuvo lugar en Ecuador y desde entonces fue un no parar de vuelos metafóricos (ella visionaria que se vio venir lo del Covid) que me llevaron de un país a otro y sin jet lag, y con viernes y sábados de pasión porque los dolores venían con los domingos de resaca. Pasé por Bolivia sin pena ni gloria pero siempre disfrutona. Con Argentina en fin, qué puedo decir de ese asento de Rodolfo Langostino que me hizo suplicar a mí y no a él eso de “Pibe, llevame a casa” *insertar acento argentino*. Colombia me gustó tanto que hasta hice escala en dos ciudades para conocer mejor todo lo que tenían que enseñarme. Ay, si es que se me llena la boca sola hablando de Colombia, qué le voy a hacer. Aunque sí es cierto que a última hora todo se volvió un poco Pablo Escobar y acabé exiliándome en Venezuela. Si es que no puedo ser más podemita: en chándal todo el día y cogiéndome coletas. 

Motivada por estar en un país extranjero en el que nadie me conocía y en el que podía mostrar mis pensamientos más ocultos sin que nadie se sorprendiese hizo que la fantasía de convertirme en una diosa latina me pareciese una idea estupenda (risas). Si bien, a día de hoy no tengo una explicación clara ni tampoco he llegado a profundizar con nadie de estos países para obtener una mínima respuesta de POR QUÉ SEÑOR POR QUÉ no hay una vez que no acabe rodeada en cualquier restaurante, bar, pub, discoteca, reunión de amigos, etc. o con DMs en Instagram con intencionesTM de chicos de estos países. Y yo bendecida, también te digo.

La única interpretación medio razonable que puedo encontrar a este remix España ft. Sudamérica y torbellino de hormonas transoceánicas que caracterizó mi año de au pair es que mi cabello rubio, mi piel más blanca que la nieve y mis ojos claros cual Elsa de Frozen llamaban sobremanera su atención, igual que a mí me atraía su piel oscura, su fisionomía, su acento y su ritmo tropical.

Entiendo que es más complicado conseguir que surja la química con una chica autóctona londinense con la que existe una barrera idiomática evidente a la que se le suma otra cultural que conmigo: otra chica hispanohablante que se asemeja fácilmente a esos rasgos tan exóticos para ellos y que encima poseen lazos en común. Aunque yo, como buena andaluza, más que ritmo tropical lo que tenía en mis venas era mucho ritmo semanasantero. Básicamente era  como tener una inglesita para ellos pero que les entendía, compartía sus códigos y les seguía el rollo sin necesidad de hacer uso de la mímica. Al menos esto es lo que yo quiero pensar por el bien de mi salud mental. ¿En mi cabeza suena bien, vale?

 

@lidiarules.jpg