Es posible que de un modo u otro ya hayáis escuchado hablar sobre Kristina Öztürk y su marido Galip, esa pareja residente en Georgia que aspira a cumplir el récord de tener más de 100 hijos a través de la gestación subrogada. Esos mismos que actualmente ya suman 20 retoños en cuestión de apenas un año y que no dudan en dejar claro que esto es solo el principio.
Muchos medios de comunicación se han hecho eco de esta noticia subrayando las desorbitadas cifras con las que viven a diario en la gran mansión de los Öztürk. Un montón de niñeras (prácticamente una por niño) que se hacen cargo de los pequeños, miles de dólares semanales para la compra y muchos más detalles que ni por asomo podríamos plantearlos las personas de a pie. Y es que los Öztürk pueden permitirse ese tren de vida y además asumir el rol de familia más numerosa del mundo tomando como vía para ello el pago a mujeres que gesten todos sus bebés.
¿Cuál es la verdadera finalidad de todo esto? Es la pregunta que se me plantea una y otra vez al leer las noticias en torno a esta familia. Porque como madre puedo comprender que Kristina y su marido deseen tener a su alrededor a un buen montón de hijos para darles su amor y cariño incondicional, pero tampoco entiendo de qué manera van a conseguir tal cosa cuando su objetivo real es alcanzar mínimo los 100 hijos en pocos años. ¿Cómo puedes prestar atención personalizada a 100 retoños durante cada día de tu vida? Es matemáticamente imposible, yo lo sé y ellos también lo saben, de ahí la gran recua de niñeras contratadas. Porque Kristina será una madre joven pero tonta no es…
Por otro lado se encuentra el pequeño gran detalle de que la gestación subrogada sea realmente su vía para alcanzar la meta de la centena de hijos. Me llama completamente la atención que al leer las redes sociales de esta familia, porque obviamente han hecho de su realidad todo un circo mediático, mi sensación sea la de que los Öztürk basan su idea en ofrecer todo lo mejor a sus hijos, sin límites de ningún tipo. Algo que me asombra pero que no deja de recordarme a ese concepto de ‘acoger a un niño que lo necesita’. Podría apoyar esta idea si cada uno de sus hijos fuese adoptado o acogido para que formase parte de una familia en condiciones, pero su realidad es bien distinta. Kristina y Galip tienen hijos mediante la gestación subrogada, esto quiere decir que pagan a mujeres para que gesten a sus bebés y de ahí que el número de retoños aumente de esa manera tan desaforada.
¿Qué necesidad de hacer de la maternidad un récord? La historia de Kristina y Galip nos recuerda que con dinero todo se consigue. Su posición privilegiada les permite pagar a mujeres para que gesten decenas de bebés, sin cesar, uno tras otro, así hasta que la pareja decida que ya es suficiente. Por duro que suene, las hay que están enganchadas a las compras en Amazon, y las hay que en lugar de recibir paquetes con zapatos o lo último en maquillaje, reciben bebés ya maduros. Tengamos en cuenta que los Öztürk han tenido 20 hijos en cuestión de 12 meses, de alguna manera la gestación de estos bebés es una gran locura donde decenas de mujeres están trayendo al mundo a sus hijos mientras ellos los esperan en su idílica mansión para colmarlos de regalos. Es realmente la definición de lo que entendemos como ‘creepy’ (terrible, escalofriante, horripilante…).
Alguien debería pararlo. Ahora que conocemos esta historia, más allá de consternarnos por la forma de entender la crianza de estas dos personas, lo que tendríamos que hacer sería pedir de una maldita vez que estos casos dejen de ser legales. Porque el hecho de que esos bebés cuenten con todas las atenciones no les da derecho a hacer de su vida una granja de niños. Porque el dinero no debería de poderlo todo, y muchísimo menos el jugar con algo tan delicado como es la llegada al mundo de un bebé.