La atracción no es amor

¿Os ha pasado que habéis conocido a un tío y que habéis sentido que erais el uno para el otro? ¿Que  saltaban chispas, que os entendíais a la perfección? ¿Que la energía universal se había confabulado para juntaros ese día a esa misma hora? ¿Que había una química brutal que era imposible de destruir?

Sí, a mí también. Y, bien pensado, es un poco de película Disney. Ese amor que surge repentino, sin que nadie se lo espere y que parece que viene a cambiar tu vida. Y luego, PLOF. Tu gozo en un pozo.

Te creías que era el amor de tu vida, esa idea Disney de que tiene que aparecer un hombre fantástico  para que todos tus problemas se esfumen y vivas feliz y serenamente en tu Arcadia personal junto a tu amado. Y de repente, pasa algo. Algo inesperado. Algo como que te deje de hablar, o que te trate mal, o que se vea con otra.

De repente, tu sueño se esfuma y el castillo de naipes se derrumba. ¿Esta historia te resulta familiar? A mí sí, me ha pasado muchísimo. Podríamos decir que es el pan de cada día. Y el de mis amigas, también.

Tenemos una idea errónea del amor. Confundimos, muchas veces, amor con atracción. Tenemos esos encuentros pasionales, fugaces, y llenos de química, que se desvanecen en pocos días, y dejan ese regusto amargo que duele tanto.  

Un error es que creemos que tiene que darse ese “flechazo” para que haya amor. Pero, si lo pensamos fríamente, ¿de qué carajo conocemos al susodicho en cuestión? La atracción está muy bien, la pasión y todo eso; pero, realmente, ¿sabes quién es esa persona? ¿sabes algo de cómo es su familia, sus amigos? ¿sabes lo que le gusta en la vida? ¿sabes si tenéis cosas en común? ¿sabes si te trata bien? ¿sabes si estás a gusto con él y te apetece hacer planes que no sean solo sexo? ¿sabes si respeta tu opinión? ¿sabes si … en definitiva, quieres estar con él? La atracción es un buen lugar para empezar, pero es solo eso, un comienzo sobre el que puede construirse una relación.

 

La pregunta que nos hacemos normalmente suele ser si él querría estar conmigo, pero invirtámosla: realmente, ¿yo quiero estar con esta persona? ¿me merezco a esta persona?

Al principio no conocemos de nada al tío en cuestión. La atracción está genial, y es necesaria la pasión en la pareja. Pero no confundamos la pasión o atracción con el amor. El amor es algo que se construye, y que, por suerte o por desgracia, no aparece por arte de magia. Por eso, no nos hagamos falsas ilusiones. Tenemos que saber que el amor no nace así, que el amor nace de conocerse, de compartir, de querer crear ese proyecto en común.

Otro error es que creemos que alguien nos tiene que salvar. Que el amor será “la tirita” que curará todo lo que nos va mal en la vida (ya tiene que ser una tirita grande y resistente, porque vamos…). Y eso no pasa, más bien diría que es al contrario. Que si tienes algún problema, que si tu estilo de apego es inseguro, que si hay cosas sin solucionar o que te afectan, una pareja no vendrá a solucionarlas, sino a agravarlas. Que las personas con las que te topes te reflejarán eso que está mal y que necesitas aprender. Esa “atracción” del principio, te obnubilará hasta que por fin veas cómo es la otra persona y se te caiga la venda, y de pronto aparezca la realidad tal cual es: en su crudeza.

Por eso, el amor no puede ser una venda que te pones en los ojos. Tienes que trabajar en ti. Saber lo que te hace feliz. Amarte a ti. Porque así, no dejarás entrar a según quién en tu vida que no te haga feliz. Porque no tolerarás menos de lo que te mereces. Y, sobre todo, porque amándote a ti, no necesitarás a nadie. No serás dependiente. Y podrás elegir lo que quieres en tu vida.

Lunaris