Al principio como que me sentía medio mal haciéndolo, sonaba en mi cabeza una dulse vos que me decía ‘pero cómo eres tan guarra’ y, sinceramente, aprendí más bien pronto a callarla. Yo me ponía el vestido, la falda o el pantalón de turno, lo pegaba bien a la piel y de ahí pa bajo pasaba la cuchilla, de ahí para arriba ya me la sudaba por completo.

Ahí es donde surgió la pregunta: ‘¿Me depilo para los demás o para mí misma?’ Y, también sinceramente, aún no he encontrado una respuesta que me parezca 100% sincera, supongo que en parte lo hago porque a mí me gusta y en parte por presión social. He llegado a un punto en el que tengo tal cacao con el tema depilación que depende del día de la semana en el que me hables soy un oso o un bebé, sin punto medio.

Bueno, miento. Que ahora me ha vuelto a dar por hacer lo de pasarme la cuchilla fascículos, si llevo pantalón tobillero, pues me depilo la barba de la bajopierna, que llevo una faldita a media pantorilla pues de rodilla pa bajo, ni un centímetro más, (que de hecho me ha pasado mazo veces, me quito la pelambrera de rodilla para abajo, luego me pongo un short o una mini falda y a mitad de pierna paso de ser digna anunciante de vileda a propensa a entrar en la Sabana como reina de las leonas).

El caso es que aquí respetamos todos los tipos de depilación, desde el inexistente, hasta el completo, pasando por la del camaleón. Quítate los pelos que te dé la gana, cuando te dé la gana y porque te dé la gana.