¿No os ha pasado que admiráis a alguien cercano? Como si de un héroe se tratase. Para algunos son nuestros padres, para otros algunos famosos, para mi en este caso, es una de mis mejores amigas. Soy una absoluta y completa fan. Es una persona audaz, inteligente, divertida, bondadosa y siempre positiva. Te enseña cosas de la vida que realmente necesito oír. Pero hoy no voy a soltar ningún rollo optimista sobre los valores y la filosofía de existir, no, hoy os voy a contar la dimisión de mi amiga en su tienda: ese estilo no se aprende, con eso se nace.

Y es que todo sucedió hace unas semanas. Trabajaba desde hace unos meses como dependienta de una librería. No le gustaba mucho el ambiente laboral pero le encantaban los libros, es una lectora nata. Así que de vez en cuando mis amigas y yo íbamos a verla y a apoyarla en su trabajo. Lo que no sabíamos es que íbamos a ver en primer plano la dimisión de mi amiga.

Un día había mucha gente en la tienda, y no se percató de que habíamos llegado, aunque tampoco le avisamos para no molestarla. Así que pudimos verla en acción cómo trabajaba. Su jefe era un completo idiota, pero no solo con ella, con todos. No sé cómo seguía de encargado (enchufe seguro).

Vimos cómo una mujer se acercó con su hija de 9 años a este hombre para preguntarle si si había algún libro LGTBQ para pequeños, o al menos, que fuera ameno y fácil de entender para una niña de 9 años. El encargado le preguntaba que para qué quería ese libro, que la niña era demasiado pequeña para leer “esas cosas”. La mujer al principio seguía un poco en shock, pensando que el hombre quizá no estaba entendiendo bien, pero ella seguía comentándole que su hija tiene curiosidad por personas del mismo sexo y quería que tuviera toda la información. Entonces el encargado se puso todavía más gilipollas comentando (ahora más alto) que es una depravación que una niña tan pequeña quiera “ser lesbiana, eso no es normal. ¿Vas a permitir que tu hija crezca así?” decía a voz en grito.

En ese momento, nuestra amiga salió rauda y veloz hacia ellos. En un principio para calmar la situación, ya que estaban teniendo una conversación cada vez más agitada y la gente les estaba mirando, pero en verdad no soportaba las injusticias ni los gilipollas, y obviamente, se tenía que meter.

Mi amiga le comentó a la señora dónde estaban los libros que buscaban y cuáles eran los mejores para su hija. Su encargado le gritó que no se metiera. Así que mi compañera dijo muy educadamente: “Mira Alfredo, voy a decirte esto con toda la educación que me han pagado mis madres, SÍ, HE DICHO MIS MADRES. No son formas de hablarle a un cliente, tus ideologías (aunque absurdas) deben quedarse fuera de la tienda, eres un profesional, además de encargado, y si no eres capaz de verlo, no deberías estar en este puesto ni tratar con gente. De hecho, te voy a hacer un favor, DIMITO. Así no tienes que tratar con alguien cuyas madres son lesbianas, no vaya a ser que te contagie algo, (quizá respeto o educación), pero son cosas que no pillarías en la vida, tranquilo.” 

Y nos quedamos como ¿holaaa??? Tooooomaaaa. Cogió su bolso del mostrador, dejó su delantal y la gente no paraba de aplaudir, COMO EN LAS PUTAS PELÍCULAS AMERICANAS, FLIPA. De hecho, se fueron algunos clientes a fuera a felicitarla la por la dimisión de mi amiga y decirle que debería de haber más gente como ella en el mundo. Nosotras salimos corriendo tras ella porque todavía no nos había visto y nos quedamos aplaudiendo y abrazándola fuerte porque es una MUJEREAZA, UNA TÍA CON UN CORAZÓN Y MENTE TAN GRANDES QUE ESTOY ORGULLOSA DE TENER AL LADO.