Es curioso cómo acaban saliendo las cosas. Por mucho que tengamos un plan en nuestra vida, unas ideas y unas pautas que queremos ir siguiendo, la realidad es que nunca sabes lo que te va a deparar el destino. ¿Habéis oído eso de “encontrarás al amor de tu vida cuando menos te lo esperes? Sí, verdad? Pues os aseguro que mi amiga se acordó de esa frase cuando, al preguntarle ¿cómo te ha ido esta noche con tu novio? me respondió: acabé conociendo al amor de mi vida, se llama Ana.

No sé qué me sorprendió más, si que fuera una chica o que encontrase el amor cuando pensamos todos que ya lo había hecho. Y no sabéis lo felices que son ahora y lo orgullosos que estamos todos de ella. Pero lo curioso es la historia que nos contó de cuando se conocieron. Apunta esta Disney, que de aquí a cuento de hadas hay un paso.

Resulta que esa noche salieron a cenar a un restaurante que les encantaba en el centro de la ciudad para celebrar su aniversario de dos años (sí sí, ¡encima celebrando el aniversario!), y en la mesa de al lado, había una pareja de amigas. Ana, la encargada de conquistarle el corazón a mi amiga, estaba al lado de su novio, de cara hacia ella pero en la otra mesa, por lo que cada dos por tres, miraditas no faltaban.

Al final, tanto mi amiga como su pareja y estas dos chicas, no paraban de hablar durante la cena ya que, si decían algo en voz alta, se escuchaba perfectamente, por lo que los cuatro congeniaron bien y de vez en cuando hablaban entre sí. Vamos, que parecía que habían salido a cenar todos juntos.

Tras la cena, Ana, le preguntó a mi amiga y a su novio si querían unirse a ellas a tomar unas copas cerca de allí. Muy educadamente, les dijeron que no, ya que estaban celebrando su aniversario y tenían otros planes.

Pero mi amiga sintió algo en el estómago, algo raro que solo había sentido cuando conoció a su novio y el miedo de no volverla a ver le comía por dentro. Por lo que le preguntó si podían intercambiar teléfonos para salir por ahí juntas, ya sabéis, entre mujeres siempre suele ser algo más normal pedirnos el número y hacer nuevas amistades, pero entre ella y Ana… había algo.

Esas miradas, esas sonrisas que me contaba que tenían, eran especiales. Creo que mi amiga sabía que estaba sintiendo algo por esa chica pero era un momento incómodo puesto que estás con tu pareja delante.

Al llegar a casa se sentía exageradamente feliz, como un niño con una piruleta, como cuando conoces a tu primer amor…Al que siempre llamarás «el amor de mi vida».

De hecho, yo estaba con ella al día siguiente cuando Ana le mandó un mensaje, y esa cara… esa cara era oro puro. Nunca la había visto. A los días siguientes quedaron, y por supuesto, pasó lo que tenía que pasar. Surgió la chispa. Mi amiga siempre se había considerado hetero y nunca había insinuado otra cosa, pero Ana… Ana conquistó el corazón de ella, sin importar si era hombre o mujer.

Así pues, tuvo que ser sincera con su novio, lo dejaron y se lanzó de lleno a una nueva relación que la pillaba por sorpresa. Eso fue hace años. Hoy están casadas y su relación tan sana y alegre es todo un ejemplo para todos nosotros.