Lo normal cuando te acabas corriendo es que entres en un estado de éxtasis exagerado, glorioso, propio de la divinidad absoluta y no hay nada que lo empañe, y en mi caso, siempre ha sido así, excepto una vez en la que hice un ‘squirt’ y pensé que me había hecho pis en la cara de mi novio.

Fue al poco tiempo de conocer a mi actual novio con el que llevo bastantes años. Yo venía de una relación (mi primera relación seria) donde el sexo no estaba mal, pero joder, creo que no llegué nunca al orgasmo con él. Por lo que, mi experiencia sexual había sido prácticamente nula.

Al poco de salir con mi actual pareja supe porqué se imploraba a Dios en cada orgasmo, porque se hacia una oda al sexo en las canciones y cómo cojones me lo he estado perdiendo yo tanto tiempo.

Obviamente el sexo conmigo misma siempre ha sido espectacular, pero en cuanto a relaciones con otras personas, no tuve mucha suerte hasta que le encontré a él y, en una de las ocasiones en donde se bajó al pilón, me hizo acabar de una forma que nunca había sentido.

Para las que no sepáis qué es un ‘squirt’, es básicamente un líquido que sale en algunas eyaculaciones, totalmente voluntario y provocado. Por lo general, o por lo que yo tengo entendido, hace falta entrenar esta técnica, pero en mi caso no fue así.

Nada más llegar al orgasmo, fue tan intenso que sentí “como si me hiciera pis en la cara de mi novio”. Fue muy placentero pero os aseguro que mi primera reacción fue “ay Dios ay Dios”. No solté tanto chorro como se supone que es un squirt pero sí algo de líquido que jamás había soltado antes y justo en su cara… Tierra trágame.

Obviamente después de tantos años con él ahora me da la risa pero en ese momento no sabía qué hacer. Él me dijo que era algo bueno, algo natural y que no tenía porqué ruborizarme, al contrario, que era algo increíble que yo tenía.

Cuento esto para aquella chica que todavía no lo ha vivido y puede que le pase como a mí, que esté en una nueva relación y le suceda algo parecido y no sepa que es. Querida, es algo maravilloso que tenemos y que si aprendemos a controlarlo a voluntad con ciertas técnicas, podemos hacerlo cuando queramos. Yo al menos ya estoy entrenando como si de las Olimpiadas se tratase jajaja.