LA PRÓXIMA POTENCIA MUNDIAL: LOS FISIOTERAPEUTAS
(por favor, leed esto con las gafitas del humor y el buen rollo, que nos conocemos)
Si volviera a nacer me haría fisioterapeuta. ¿Para poder sobar cuerpazos y cobrar por ello? Pues ahora que lo dices, igual un poco también, pero no. Porque son la próxima potencia mundial. Lo tengo clarísimo.
Aquí una servidora ya ha cumplido los 40. Que no son muchos (he dicho que no-son-mu-chos y punto). Y de repente me van doliendo cosillas. Toda la vida he visto pelis hasta hartarme, y ahora después de un rato en el sofá me duele la espalda. Toda la vida he ido de compras y he cargado con cajas de zapatos, abrigos, camisetas y pantalones de varias tiendas como si fuera a montar un mercadillo, y ahora después de llevar dos bolsas con cleanex y pan, me duelen tres días los brazos. Los pies, el cuello, todo duele cuando ya no gozas de esa juventud (un minuto de silencio por ella por favor).
¿Y qué toca? Ir al fisio.
Pues bien. Si estamos así nosotras, ¿cómo estarán dentro de 20 años los que ahora disfrutan de esa lozanía?
Por un lado, está el tema de los móviles. 24 horas con el cuello más retorcido que el guion de Los Serrano. Eso va a dejar más torticolis crónicas que el pandero de las Kardashian.
Pero sin duda lo más preocupante no es solo eso.
Anoche salí de parranda y vi la luz. (Y eso que era de noche)
Hacía tiempo que no salía de fiesta y claramente me confundí de zona. Acabé en una discoteca, en la cual, al que menos le sacaba 20 años. Estaba más fuera de lugar que Belén Esteban en Saber y Ganar.
La música no sé ni catalogarla. Solo os puedo decir que de repente, a golpe de bombo, se empezaron a mover todos los culos allí presentes. El twerking invadió toda la discoteca y todos y cada uno de los cuerpos juveniles que había en ella. El mío no, ya que mis lumbares me tienen amenazada. “Si nos mueves así, no volverás a moverte en un mes”.
Esas nalgas de arriba abajo, que si les pones unas varillas de cocina te montan unas claras a punto de nieve. Esas rótulas pidiendo auxilio cada vez que perrean hasta el suelo. Esos cuellos mirando por encima del hombro siendo la envidia de una mismísima lechuza. El twerk va a pasar factura. Y allí estarán todos los fisioterapeutas para recoger esos cuerpos magullados por el perreo.
Al precio que está la cita con el fisio, calculo que en un año se podrían poner a la altura de Amancio Ortega.
Yo a mis hijos ya les he puesto manos a la obra, y nunca mejor dicho. Desde la pandemia, que se puso de moda, les tengo amasando pan para que vayan cogiéndole el truquillo.
En serio, si te estás planteando qué estudiar y a qué dedicarte el resto de tu vida, la fisioterapia es la respuesta. Y tendrás el mundo en tus manos (pero mucho cuidado, que con el aceitillo lo mismo se te escapa).
Marta Toledo