La mamá de J.J. había preparado un cumpleaños perfecto para su hijo. Lo planeó en un parque, para que aún estando en una pandemia los invitados pudiesen disfrutar del día del pequeño. Porque hemos estado mucho tiempo encerrados y además en su provincia ya se permitían las reuniones al aire libre.

Pero la fiesta de J.J. no fue en absoluto como la esperaban y la madre del pequeño, muerta de rabia y nerviosa por lo que estaba pasando, vio como ninguno de los 22 invitados al cumpleaños acudía a la cita. Sin dar más motivos, únicamente dejando allí solo al cumpleañero. En el vídeo de TikTok publicado por la madre de J.J. se puede sentir esa pena, su teléfono tiembla mientras enfoca a su pequeño, que juega solo en el parque. De 22 personas ninguna se dignó a acercarse a la celebración y ya no solo eso, sino que tampoco dieron más explicaciones al respecto.

@dawners86

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♬ SAD – Instrumental – Nhím Stone

Como madre comprendo por completo a esta mujer, y como persona empatizo muchísimo con ese sentimiento de decepción que seguro recorrió todo su cuerpo al encontrarse con aquella escena. Dicen que muchos padres y madres estamos haciendo de las celebraciones eventos excesivos, que mostramos a nuestros hijos una cara irreal de lo que es la vida, colmándolos de regalos y de beneficios que muchas veces no nos podemos ni permitir; aunque estoy más que segura de que la circunstancia de J.J. poco o nada tenía que ver con todo eso.

¿Quién no se ha ilusionado con la llegada de su cumpleaños? ¿Quién no ha sentido esos nervios previos a una fiesta repleta de amigos? Solo de imaginar el programar una celebración así y no recibir ningún tipo de apoyo… Es para plantearse muchas cosas. Todas sabemos que en los colegios siempre hay preferencias por unos u otros compañeros, que al final los grupos son inevitables, ¿pero que nadie se presente en la fiesta? ¿en serio?

Y de todo esto sabemos de quien es la culpa. Efectivamente, de nosotros como padres y madres. ¿De veras podemos recibir una invitación y no tener siquiera la decencia de responder? Al menos decir sí o no, sin más. Informar a esa persona que ha tenido a bien invitarnos de que cuenten o no con nosotros. Tampoco es necesario dar más motivos, únicamente ser civilizado, educado. Pero como siempre tenemos mejores cosas que hacer que pensar en los demás, si algo no nos interesa lo dejamos a un lado y seguimos a lo nuestro, como buenos seres egoístas que somos. Es evidente que desconocemos los motivos por los que ningún niño se unió a J.J. en su fiesta, pero eso tampoco es excusa que justifique que esa familia se viese de pronto completamente sola el mismo día de la celebración.

Ningún niño merece ese trato, sentir que no hay compañeros o amigos que consideren lo suficientemente importante el día de su cumpleaños. Tenemos mucho que enseñar a nuestros pequeños como para continuar demostrando que somos una mierda de sociedad. Enseñarles que en absoluto ninguna persona es mejor que otra, que siempre debemos intentar aportar en positivo a los demás y dejar de mirarnos durante un rato nuestro propio ombligo.

Por suerte los padres de J.J. pudieron llamar a sus familiares para así celebrar todos juntos el día del pequeño. ¿Y sabéis toda esta historia qué nos vuelve a demostrar? Que al final tenemos que saber con quién contamos sin esperar nada de las personas ajenas a nuestro círculo de confianza. Es duro pensarlo pero así es, los que realmente nos quieren, esos para los que sí importamos, es muy difícil que nos fallen de esa manera.

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Fotografía de portada