Estamos en un país muy solidario, eso no nos lo va a decir nadie, porque vivimos ejemplos cada día. Pero de vez en cuando saltan las alarmas de una solidaridad un poco llamativa.

Os pongo en antecedentes, hombre de 51 años que ha vivido una separación complicada, sin hijos que se va a vivir a casa de su madre, una señora viuda con más de 80 años, dependiente. Este hombre llamado Juan, es muy amigo de mi familia y trabaja desde hace 15 años en la gasolinera de una ciudad de Valencia. Lleva varios meses sufriendo dolores musculares, pérdida de estabilidad, mareos….

Todo lo justificada como secuelas de su reciente separación. Hasta que una noche estando de guardia, pierde la fuerza en las piernas y sufre una aparatosa caída, esto le lleva a iniciar un proceso de varios meses de pruebas médicas, que terminan en un diagnóstico de una grave enfermedad degenerativa que afecta los músculos y le impide su movilidad.

La vida de Juan cambia de la noche a la mañana cuando deja su trabajo y le limita su vida diaria. Diagnóstico demoledor que le lleva a convertirse en una persona dependiente al igual que su madre.

Un mañana que va a la farmacia de al lado de su casa a retirar una enorme bolsa de medicación, se encuentra con una vecina y empiezan a entablar conversación. Ella lo pone al día de su separación y que se queda en casa con dos hijos adolescentes y con poca pensión por parte del imprestable de su ex marido y él le cuenta todo el periplo de su caso. Ella sorprendida se ofrece a ayudarles en todo lo posible tanto a él como a su madre.

Empezando con pequeños recados a tiendas cercanas, arreglo de trámites administrativos hasta ir semanalmente al cajero. Ella toma las riendas económicas de la familia.

En un par de meses, empiezan a llegar una carta de un impago, a los diez días otra, cartas de amenazas de corte del suministro de luz, de agua, el presidente de la comunidad que dice que hace 4 meses que del banco les devuelven los recibos del mantenimiento.

Juan sorprendido, se dirige al banco para aclarar la situación. Cuando se reúne con el director, este le dice que ha habido movimientos importantes de dinero que han llegado hasta reintegros de 1200 semanales, lo que ha llevado a tener la cuenta en números rojos.

Juan alarmado y confuso por la noticia, nos llama para contarnos la situación y decidimos tomar cartas en el asunto. Llamamos a esta mujer en cuestión que, por supuesto tiendo balones fuera nos dice que ella solo ayudaba y nunca se ha aprovechado de nada, que ha ayudado en todo lo que ha podido y claro las horas que ha perdido ellas las tenía que cobrar. En este momento está todo en manos de servicios sociales y la policía nacional. 

Por lo que hay que llevar cuidado con las personas que se nos pueden acercar a nuestra vida que muchas veces, no se sabe quién termina ayudando a quién y ahora va a ser muy difícil de probar y sobre todo de recuperar no solo el dinero sino la confianza en las personas. Que parece que cuando más complicada es la situación más fácil es para se aprovechen de la misma.

Tiara