Sé que lo que estamos haciendo es una maldita locura. Pero joder, ¿cómo va a ser malo algo que se nos da tan bien?

Estoy convencida que habréis escuchado mil veces la frase de “donde metas la olla no metas la …”. Se ve que mi cerebro ha interpretado que como yo no tengo rabo estoy libre de que me la metan en cualquier sitio: donde caliento la olla, encima de la olla o debajo de la encimera donde se guarda la olla.

A esto añádele una diferencia de edad que me la paso por donde me paso la esponja… y es que la cuestión de la edad sería anecdótica si no fuera porque SOY SU TUTORA DE PRÁCTICAS.

“HOLA ME LLAMO CARMEN, SOY ENFERMERA Y ME ESTOY FOLLANDO A UN ALUMNO DE ENFERMERÍA DEL CUAL SOY TUTORA”

(Ahora todas diríais: HOLAAAA CARMEN!)

Quiero corregir la frase de arriba, no me estoy follando a un alumno, nos follamos mutuamente. Que leído así parece que estoy abusando de un menor, por Dios. A ver, que tiene unos cuantos años menos que yo… unos cuantos pero es mayor de edad y chica, me lo come muy bien. ¿Por qué debo renunciar a esta maravilla que la vida me ha puesto en bandeja? Me parece super injusto.

La historia comenzó hace meses, cuando salí (una de tantas noches) con mis amigas por Vigo. Fuimos a cenar a nuestro sitio favorito y como ya somos unas “señoras bien” nos pusimos finas a vino blanco. NOTA MENTAL: El Albariño muy frío es una raza muy falsa. De allí nos fuimos a la zona de los pubs a ver el ambientillo y a perrear hasta que saliera el sol.

Cuando llegamos a un garito tenemos nuestras rutinas. Somos animales de costumbres. Nos dividimos en dos grupos: las que cogen las copas y las que nos meamos cada 5 minutos. Así que mientras Elena y Nuria pedían las copas en la barra, Isa y yo nos fuimos a hacer cola al baño y, como Isa iba como un auténtico piojo allí que se enganchó con la vecina de su prima Laura… vamos, que me dijo: “Vengo ahora, guárdame el sitio” y allí me quede más sola que la una.

Y ahora lanzo una pregunta al aire: ¿cómo puede haber siempre una cola gigantesca para el baño de mujeres y nunca, NI PERRY, para el de chicos? No mean? Mean en botellines de cerveza? Como leches hacen por dios!

Total, que como el “Albarito” estaba corriendo vía urinaria abajo a velocidades de la luz, asomé la patita por el baño de hombres y, al no ver a nadie en los urinarios de pie, me fui al aseo cerrado. Os ahorraré detalles escatológicos en cuanto a cómo estaba ese baño y en mi defensa diré que me meaba a niveles que no son sanos. Mientras salía del baño comprobando que no llevaba pegado al pie ningún cacho de papel, me choqué de pleno con un tío que se estaba subiendo la bragueta.

 

-Ey. Pero no ves que este es el baño de tios?

-Sí y no sabes cómo lo siento, pero me meaba viva.

 

No era ni la primera ni la última vez que hacía esto en un baño de tíos. Al cabo de un rato (y de 2 copas) mi hígado empezó a enviarme señales inequívocas de “MAÑANA VAS A FLIPAR” así que decidí hacerle caso e ir a buscar un botellín de agua. Y allí en la barra estaba el mismo chico del baño.

 

-Anda, la invasora de baños.

-Anda, el que no se lava las manos después de mear.

-Que maja ella… llevas razón, no me he lavado las manos, pero vengo limpito de casa.

 

Y era verdad (a medias) porque ¡qué bien olía el condenado! Y que pestañas tan bonitas. Manos de señorito con dedos largos y uñas redondas. Y qué espalda. (Carmen, frénate que habla la pepitilla)

Seguimos hablando un rato. Era majo. No de estos tíos que tiene labia y te lleva a donde quiere. No. Conversación fluida, cómoda. No necesitaba hacerse el gracioso.

Mis amigas aparecieron un par de veces en escena haciendo contacto visual conmigo a modo de “¿está todo ok?” y tras el check se volvían a la pista de baile a darlo todo.

Entre Dani (el muchacho del wc) y yo había química y había calor. Creo que no tengo que explicar mucho más las cosas. Nos fuimos fuera del local a “tomar el aire” y que si me arrimo, que si que bien hueles, que si… y nos acabamos besando como dos adolescentes. Besos húmedos, rápidos, te muerdo el cuello,manos que suben, que bajan… y que bajan mucho. Manos ágiles que desabrochan botones…y amigas perjudicadas muertas de risa mirando desde una esquina mientras llamaban a un taxi. Puto alcohol.

Y ahí acabó mi noche de semipleno.

Pero como os decía, si el mundo es un pañuelo… Galicia es un moco. Hace 15 días llegaron los nuevos alumnos de enfermería en prácticas y me asignaron un grupete de 5. Pues ahí estaba él. Rojo como un tomate. Mirando al suelo.

¿Y qué iba a hacer? Si la vida te da limones…no te hagas limonada, hazte un buen gin tonic. ¿Soy mala? Un poco. ¿Me lo pasé super bien vacilando a Dani? LA DUDA OFENDE.

Durante 5 días fue mi voluntario-no voluntario para toooodas las tareas. Desde coger vías, repasar el carrito de medicación, gestionar altas…  Pegaditos, no se me fuera a despistar. De vez en cuando se me caía un boli a sus pies, un papel… bueno, cosas que se caen y que te hacen poner el culo en pompa a 2 cm de su bragueta. Bueno, ya sabéis….¡COSAS! En una de estas, un día que hacía un calor que no se paraba en el Hospital, le dije que tenía tanto calor que me iba a dar un pataflús y me tendría que hacer el boca a boca y cuál fue mi sorpresa cuando Dani se acercó a mi oído y me dijo:

-Llevo muchos días aguantándome e igual suspendo las prácticas…pero a la próxima nos vamos a la sala de curas.

Líbida me quedé. No me esperaba esa salida en absoluto. La verdad que le hice pasar las de Caín y no estamos con una edad para quedarnos con las ganas… así que le contesté:

-En el parking de residentes en 20 minutos. Planta -2, plaza 54.

 

No me he cambiado más rápido en mi vida Hulio.

Coincidimos en el ascensor…con 5 personas más. Pegaditos. Riéndonos mirando al suelo. Bajamos al parking. Yo delante dirección al coche. Pero ya no llegamos. Dani tiró de mi mano y me plantó un beso húmedo que me puso la piel de gallina. Yo le agarré el pelo y se lo devolví mientras su mano me agarraba fuertemente el culo. Durante un buen rato estuvimos sobándonos en medio del parking y yo empecé a notar las consecuencias en mis bragas y en su entrepierna. Poco a poco fuimos hasta el coche. (Bendita la hora en la que decidí comprarme un coche tipo ranchera con las lunas traseras tintadas)

Nos fuimos para los asientos traseros. Me quité la camiseta y mientras él peleaba por sacarme el sujetador yo me peleaba con su cinturón y por ver esa maravilla que llevaba minutos intuyendo. No me equivocaba. Allí estaba, gorda y húmeda, como a mí me gusta que me reciban. Dani debió verme los ojos MUY golosos así que decidió  recostarme y empezar a acariciarme a la vez que lo hacía el. La imagen de él sentado, masturbándose, mirándome y acariciándome me excitó muchísimo y en 5 minutos me corrí sin poder aguantar el gemido. Él se agachó para buscar en la cartera un condón y a mí me dio la risa:

-Sabes tan bien como yo que los condones no deben llevarse ahí.

-Lo metí ayer en la cartera. Llevo días pensando en esto…

 

Y no pude reprimirme. Dani tiene una polla hecha para chupar. Es así.

 

-Carmen, no puedo más… déjame correrme dentro por favor.

-Tus deseos, por una vez, van a ser órdenes. Dije mientras me sentaba a horcajadas encima de él.

 

Me encantaría contaros que cabalgué como una princesa guerrera y que ambos nos corrimos a la vez. Pero esto no es Disney y  como él decía… no aguantaba más.

Con el paso de los días hemos ampliado el catálogo de lugares, tanto dentro como fuera del hospital. Los roces casuales cada vez son más intencionados y no sabéis que morbo me da ejercer de «profe» con él. Y por lo que incluso he llegado a visualizar por el rabillo del ojo… a él tampoco parece disgustarle.

Y siendo sinceras… ahora mismo no necesito pensar en más.

 

Carmen.