Misterios de la vida que todavía no hemos conseguido explicar: la cola del baño de mujeres siempre es más larga. Es por esto que es totalmente legítimo «colarse» en el de hombres y más fan todavía de los baños que no separan y así no tienes que aguantar al pesado de turno dándote la brasa con que ese no es tu baño.

Sea como sea, estas esperas son las culpables de un fenómeno que ha creado amistades inquebrantables: las amigas que te haces en el baño de un bar.  Que, en serio, algunas pueden llegar a convertirse en amigas de verdad. Pero la mayoría, no. Solo son tus amigas nocturnas y te aportan unas alegrías tremendas. Porque a veces, lo que necesitas por la noche es una amiga nueva, que te diga solo cosas bonitas, se quiera tomar un chupito contigo y al día siguiente no te de la lata con dramas de la noche anterior.

Amigas de w.c o w.c amigos

Igual empezasteis a ser amigas del baño el día que te dejaron kleenex, un tampax o desodorante. O que simplemente, un buen día se te acercó para decirte un montón de cosas molonas sobre tu ropa/pelo/ maquillaje. Esa desconocida que te pide que le enseñes a pintarse el eyeliner como tú. Esa desconocida a la que no sabes por qué le estás prestando tu pintalabios que jamás compartes con nadie. Y menos con extrañas.

O igual era esa desconocida que de repente te suelta un «¡Qué estupenda vas siempre! ¡Que siempre me fijo en ti! Oye, monísima». Oye, pues muchas gracias por fijarte en mí. Yo no me he fijado en ti en mi vida, pero a partir de ahora eres mi mejor amiga del baño. Y desde entonces sale en casi todos tus selfies del baño.

Fiesta a tope en los lavabos

Gracias amigas del baño, cualquier noche de autoestima regulera nos la arregláis. Da igual cómo vayas, como te sientas, que cada sábado, tu amiga del baño va a comentar fascinada tu outfit. Porque le pareces fantástica, así, a secas, y te ayudará a cumplir eso que se dice de que cuando tus amigas no te dicen lo guapa que estás es que estás fabulosa.

Pero no sólo de cuestiones estéticas se alimentan estas amistades. Las amigas del baño que te consuelan y dan consejo son un tesoro, si las encuentras, ¡no las sueltes! Les va a faltar contexto para darte buenos consejos, pero en parte, ese es su lado bueno: no tienen prejuicios ni intereses personales. Solo te han encontrado rallada en el baño, refunfuñando o incluso llorando y han pensado: «ah, no, amiga del baño, tú te mereces ser feliz esta noche». Un poco de terapia de lavabo para salir al grito de «¡¡¡venga un chupito y arriba ese ánimo!!!»

Y no nos olvidemos de las enemigas del baño. Sí, esas que te hacen sentir en un saloon del oeste cuando entras y están ellas. Odio nocturno. Miradas asesinas. ¿Por qué os odiáis? Ni te acuerdas, pero un día os mirasteis mal y no vas a empezar a mirarlas bien de repente. Que se van a creer que han ganado.

Y ya está