Hace unos días se hizo viral por Tik Tok una pedida de mano de lo más original. El novio acudía al Mercadona, lugar donde su novia trabajaba, con una tuna y se dispuso a hincar rodilla en medio de la sección de perfumería. Los comentarios del video no tienen desperdicio: desde que dicha cadena de supermercados debería patrocinar la boda por la publicidad que les han hecho, hasta que es el lugar más cool para pedir matrimonio pues, con la subida de los precios de sus alimentos, comprar allí es cómo cenar en un restaurante de lujo.

Quien sabe, quizás la ilusión de esa chica era que le pidieran matrimonio en su puesto de trabajo y ahora es la futura novia más feliz del mundo organizando su boda. Lo que está claro es que lo que para alguien puede ser una super idea, para otros resulta cutre. Incluso para el propio novio, se cree que va a sorprender a su chica y lo que consigue es una decepción. Hemos indagado entre nuestras seguidoras y aquí os traemos las pedidas de mano más surrealista que nos han contado.

  • Mi novio me lo pidió en la joyería de un centro comercial – Era un día cualquiera, un sábado cualquiera, el calendario no señalaba ninguna fecha especial. Estábamos dando una vuelta por un centro comercial y entramos a una joyería, a una de esas que son cadenas. Una vez allí me dijo “Escoge un anillo, el que más te guste, que te lo regalo”. Yo elegí un anillo de plata con tres piedras en tonos rosas. Era de los baratos, unos 35€, no quería que se gastara mucho. Lo pagó, me lo puso en el dedo y me dijo “Este es tu anillo de compromiso, ¿te casas conmigo?”. Me quedé en shock, en ningún momento pensé que iba a usar ese anillo para pedirme matrimonio, si lo hubiera sabido no habría elegido ese, os lo aseguro. No quiero ser materialista, pero me pareció cutre que me pidiera matrimonio con un anillo de 35€. Le dije que sí, por supuesto, porque lo amo y me quería casar con él, pero me decepcionó bastante que no se currara una pedida de mano como dios manda; que escogiera una fecha especial, que me llevara a cenar a un restaurante bonito y, por supuesto, que me sorprendiera con un anillo comprado por sorpresa.

  • Mi amiga se comprometió en mi boda y yo me enfadé – El día de mi boda, en medio del banquete entre el segundo plato y el postre, el novio de mi amiga alzó la copa para pedir un brindis y cuando ya había captado la atención de todo el mundo, le pidió matrimonio a mi amiga. Todo muy bonito, todo muy emotivo, pero al menos podría habernos avisado a mi marido y a mí de lo que iba a hacer. Nos robaron el protagonismo totalmente porque, a partir de ese momento, todo fueron felicitaciones para ellos. Era nuestro día y se convirtió en el de ellos.

 

  • Se gastó sus ahorros en un anillo y yo no quería anillo – Soy una persona que odia las joyas, no llevo ni pendientes. Cada vez que hablaba con mi novio de que me gustaría que me pidiera matrimonio, siempre le decía: “¡Ni se te ocurra venir con un anillo! ¡Yo no quiero anillos!”. Pues, a ver si lo adivináis… llego un día de trabajar, había puesto velas y pétalo por el pasillo y en el salón estaba él. Se arrodilló y sacó un anillaco. Pero lo peor vino después, cuando le enseño el anillo a una amiga mía, yo no entiendo de joyas, y me dice “Pues le habrá costado un ojo de la cara porque eso es oro blanco”. Me enfadé muchísimo. Sé que él lo hizo con toda su buena intención, pero yo le había dicho mil veces que anillo no quería. No dejaba de pensar en lo que podría haber hecho con ese dinero: un viaje, una cena romántica, uno noche en un hotel lujoso… había mil opciones y eligió la peor. Meses más tarde hablando con él me confesó que al decirle que no quería un anillo, lo interpretó al revés, qué lo que yo más deseaba en el mundo era un buen anillo de pedida. Conclusión: hay veces que da igual que les habléis claro a vuestros novios, ellos interpretan lo que quieren.

  • Me lo pidió en la noria y me dan miedo las alturas – Fuimos un fin de semana a Londres, un viaje que yo tenía muchas ganas de hacer. El último día, me dice que le hace mucha ilusión montarse en la noria, cuando él sabe que a mí me dan pánico las alturas. Pues allá que nos fuimos y cuando estábamos en la parte más alta, con una vista increíbles, por cierto, pero yo sin disfrutarlas por el miedo que me da, se arrodilla, saca el anillo y me dice “No sé me ocurre un sitio mejor para pedirte que te cases conmigo”. Una mezcla de nervios, alegría y terror al mismo tiempo se juntaron en mi cuerpo. Le dije que sí, pero ya podría habérmelo pedido en tierra firme.

¿Y a vosotras? ¿Os pidieron la mano de una manera cutre o todo fue cómo siempre os habíais imaginado? Queremos leer vuestras experiencias.

Raquel Acosta