El otro día quedé con un titi bastante chachi. Habíamos estado guarreando por whatsapp y la cosa prometía, él me dijo que me iba a poner mirando a Cuenca y yo, que soy muy de idealizar, pues ya me imaginé que tenía un trabuco tamaño camión, así que fui a mi cita muy contenta por mí y muy angustiada por mi chumino, sabía que al día siguiente lo de andar con dignidad iba a ser un poco complicado.
Cenamos, bebimos, reimos y llegó el momento hot. Morreos en medio de la calle, morreos en paredes, morreos en portales y por fin uno de los dos se atreve a empezar con el magreo serio. Él empieza a meterme bien de mano en las tetas, sigue por el culo y acaba metiéndome la mano en el parrús. Mi turno. Empiezo a acariciarle el muslo, acaricio la cintura por el borde del pantalón, él empieza con los gemidos y pasa. ¿PERO DÓNDE TIENE ESTE SEÑOR LA PILILA?
Decides cesar las acciones y empieza la rayada:
– Igual es por el alcohol.
– Será que lleva calconcillos muy apretados.
– Serán los pitillo que le cortan la circulación.
– Será que no estaba empalmado del todo.
Me propone ir a casa para seguir con la fiesta, pero yo no sé qué hacer. No quiero otra historia de micropene y macrototo, no estoy preparada para lidiar con una situación así, pero recuerdo las grandes historias de mis amigas, esas que dicen que si un titi tiene una pinga mini se esfuerza muy a tope con el resto de cosas, así que accedes y piensas en la comida de coño que te va a meter.
Llegamos y volvemos al magreo, pero yo ya no toco, me da un corte que pa qué encontrarme con Gusiluz (por qué cojones le llamas Gusiluz? eso lo hace peor). Se acerca el momento drama, me quita la ropa, mi turno, le quito la camiseta y empiezo a desabrocharle el cinturón. DIOSITO MIS SEROS. Hiperventilo, no quiero mirar, quiero huir, no quiero tocar, ay que me está rozando, ay joder pero qué es esto, MIERDA ES UNA POLLA, QUÉ DIGO POLLA, ES UN POLLÓN.
No sé lo que ha pasado, pero ahí está, Gusiluz ya no es un gusanito que se ilumina, es una cobra que quiere meterse entre mis bragas y llevarme al cielo. Y yo me dejo. Y voló, y me hizo volar y yo volé de él. Estoy trambolika perdida y vuelvo a mirar entre las piernas, no sé de dónde ha salido pero es real. Quizás es un cachondo y la llevaba metida para dentro, como para hacerme la coña. La cosa se calma y nos quedamos tumbados en la cama, exhaustos. Se queda dormido y yo no puedo más con la duda, decido mirar y lo comprendo todo.
Es una polla kinder sorpresa, esas que a priori son una pinga mini pero que luego te dan el sustito y si te descuidas te sacan un ojo. Le doy un besito y me acurruco a su vera, toda la vida pidiendo huevos kinder sorpresa y ahora tengo un macho a mi lado con una pinga mágica, qué viva el chocolate y la magia.
Autor: Puti Jones.
