Una vez, cuando era muy joven, tuve un novio durante medio año que casi me volvió loca. Y es que, sin yo saberlo en esos momentos, me estuvo sometiendo a pruebas de amor constantes durante toda nuestra relación, las cuales yo no identificaba como tales.

Desde el inicio de nuestro noviazgo, coqueteaba con otras chicas tanto en mi presencia como a mis espaldas. En estos últimos casos, siempre se aseguraba de que yo me enterara ya que me contaba con todo lujo de detalles cómo parecía que todas las mujeres iban detrás de él y que estaba muy solicitado. Además, no perdía la ocasión de describir lo guapas e interesantes que eran estas chicas.

Al principio, lo intenté llevar de forma madura y razonable, pero cuando esto comenzó a ser constante y prácticamente diario, acabé cayendo en su trampa y terminó consiguiendo lo que pretendía: ponerme celosa, insegura y, sobre todo, llamar mi atención y generar en mí una reacción.

Así acabé descontrolándome ante la ansiedad que me generaba todo esto. Y él disfrutaba plenamente viendo mi desesperación y mis intentos de mantenerle a mi lado. De alguna manera él de esta manera tenía lo que quería.

 

 

Poco a poco, lamentablemente me fui acostumbrando a que nuestra relación se basara en parte en esta dinámica tóxica y él parecía estar muy feliz así.

Pero no solo era mediante estas triangulaciones con otras mujeres como me ponía a prueba sino con sus mismos amigos, su trabajo, su familia, ¡a veces incluso la mía propia!

A veces me decía que no podía quedar conmigo por cualquier motivo razonable y yo aceptaba esto con tranquilidad. Entonces, él se enfadaba porque lo interpretaba como que no me importaba no verle. ¡Era de locos!

 

 

Y con el tiempo, todas esas pruebas empezaron a ser cada vez más intensas y las enfocó bastante en la persona de su ex novia con la que había estado durante algunos años.

Ya la había mencionado anteriormente en múltiples ocasiones, con el caramelito envenenado de hablar mal de ella por un lado, de lo loca que estaba y lo mal que le había tratado para luego, por otro, acabar mencionando, como quien no quiere la cosa, el motivo por el que habían durado tanto tiempo juntos: el impresionante sexo que tenían.

Y un día me contó que su ex le había vuelto a contactar y que por tanto yo debía esforzarme y dar lo mejor de mí para que él siguiera teniendo ganas de estar conmigo y no cayera en sus redes…

 

 

Me quedé tan shockeada que apenas pude reaccionar, y esto que hoy en día me parece obvio que jamás toleraría, por aquel entonces me resultó hasta normal, dada la relación retorcida en la que me encontraba.

Y todavía, tal y como él se encargaba de hacerme ver continuamente, le estaba hasta agradecida por ser una pareja tan sincera conmigo.

Así que efectivamente puse todas mis fuerzas en competir con esa ex del pasado que ni siquiera conocía y en mostrarme como la mejor novia del mundo dándole el mejor trato, mimo y atenciones con el fin de mantenerlo a mi lado. Patético, lo sé…

 

 

Aunque hubo bastantes más anécdotas, la que vengo hoy a contaros fue la última, la que me abrió definitivamente los ojos y me hizo tocar fondo:

Un día normal y corriente, cuando estábamos a punto de cumplir los seis meses de relación y yo además hacía planes para celebrarlo como una tonta, recibí un mensaje suyo en el que me decía que finalmente se había dado cuenta de que quería a su ex y de que era con ella con quien quería estar.

Yo ya estaba a esas alturas absolutamente devastada psicológicamente por todas esas acciones mantenidas en el tiempo y, extremadamente agotada y sin fuerzas para nada más, por primera vez demostré algo de amor propio y dignidad:

Aunque el mundo se me vino abajo y no pude contener la taquicardia y las lágrimas, no le respondí y ante esas palabras crueles, directamente lo bloqueé de todas partes.

 

Los días posteriores fueron horribles y los pasé intentando hacerme a la idea de la situación, decidida a recomponer mis piezas rotas y empezar de cero.

Pero de pronto, a los pocos días, me volvió a contactar desde otro número para expresar lo decepcionado que estaba conmigo.

Me confesó que aquello de la ex que me había dicho no era cierto. Solo lo había dicho para que yo luchara por él y para estar seguro de que yo realmente lo amaba por encima de todo.

Pero con mi reacción, se dio cuenta de que no era así porque yo no había actuado de esa manera que preveía.

Era alucinante que, encima de todo, acabase siendo yo la mala en esta historia.

 

 

No sé qué esperaba de mí al contarme todo eso. Supongo que solo pretendía volver a engancharme. Pero aquello me pareció tan monstruoso que se me cayó definitivamente la venda de los ojos. No le respondí ni volví a contactar con él después de haber bloqueado también ese nuevo número de teléfono.

Por suerte, él tampoco volvió a hacerlo más. Supongo que ya había comprobado al 100% todas sus sospechas sobre mi «falta de amor» hacia él…

Hoy en día no sé si este chico estaba completamente enfermo, trastornado o directamente un narcisista o psicópata…

Lo único que sé es que no me merezco este tipo de trato y no estoy dispuesta a volver a tolerar que nadie me «ponga a prueba» de una forma tan loca y perversa.