Ha llegado el momento. Después de interminables conversaciones por Whatsapp hablando de lo mucho que os gustáis (pero tampoco mucho, para hacerte la dura), después de varias tardes de besos castos y momentos incómodos en los que la tensión sexual podía cortarse con un cuchillo, ha llegado la hora de bajarse la bragas.

La hora en la que tu inconsciente quiere tirarse al cuello del maromo en sí y lamerlo hasta dejarlo en los huesos, pero tu conciencia enciende la luz de TODAS LAS ALARMAS que pueden existir en tu cabeza.

¿Y si piensa que nunca antes había visto un michelín de semejantes dimensiones y sale corriendo como los protagonistas de ‘’La Masa’’? ¿Y si ve el grano que me salió en el culo la semana pasada? ¿Y si se echa a llorar cuando las tetas me rocen el ombligo?¿Y si piensa que mis pezones son como galletas María y resulta que tiene un trauma de la infancia y las aborrece? Y es que no hay mayor intimidad que la de desnudarse delante de otra persona, dejando a la vista un territorio donde el push up, la braga faja y los leggins reductores no tienen poder.

Por si no hubiésemos tenido  suficiente tortura de maquillaje, peluquería y depilación previas a la cita, la pesadilla no ha hecho más que empezar.

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Al principio intentamos apagar la luz o si es de día bajar la persiana, algo que él rechazará automáticamente porque no quiere perderse ni un centímetro de tu anatomía. Descartado el tema de la luz, lucharemos a toda costa por dejarnos alguna prenda puesta, bien el sujetador que nos permita seguir pareciéndonos a Sofía Vergara o la falda que nos permita ocultar la tripa que la braga faja traicionera ha dejado al aire. Esto a veces cuela y nos permite tener un primer contacto más relajado, pero no os engañéis, el segundo contacto llegará y os veréis en la misma situación, y no va a colar siempre. Así que lo mejor que podéis hacer es tiraros de cabeza a la piscina de la desnudez. Pero ojo, que esa piscina puede ser traicionera si llevas unos leggins o medias reductoras que casi no dejan que llegue el oxígeno a tu cerebro, o una braga faja de color visón, no es nada sexy tener que luchar con la ropa, de manera que la primera vez siempre es preferible que os la quitéis vosotras (en el caso de la braga faja has de ser más rápida que Flash, quítatelas y lánzalas por la ventana si hace falta para que no las vea).

braga fajaY ahí estamos pobres de nosotras, desnudas, indefensas y probablemente más blancas que Casper. En ese momento pensamos en cualquier cosa menos en el sexo, y lo que podría ser una experiencia ultrasensorial, ultrasónica y maravillosa que llevamos mucho tiempo esperando, se convierte en un torbellino de complejos bullendo en nuestra cabeza.

¿Pero, mientras nosotras sudamos la gota fría, en qué piensan ellos?

Pues queridas amigas, los hombres son tan básicos y elementales que en un momento tal, todas sus neuronas están fijadas en LAS TRES T’s: Toto, tetas y trasero. No les llega el suficiente riego sanguíneo al cerebro para ocuparse de nada más.

Así que olvídate de tus complejos, ningún cuerpo es perfecto, es más, todos los defectos tienen su lado bueno, las chicas grandes suelen tener un pecho generoso, mientras que los pechos pequeños pueden ser muy sexys sin sujetador. Todo es cuestión de actitud así que intenta tomar la iniciativa y suplir tus complejos, sé tú quien proponga dejar la luz encendida, márcate un baile o un masaje, y si eso no va contigo recuerda que la lencería sexy nunca falla, pero sobre todo no os olvidéis de DISFRUTAR.

Supongo que casi todas habréis pasado por esta situación ¿cómo fue la primera vez con vuestro chico? ¿conseguísteis quitaros la falda y dejar la luz encendida?