El poliamor es un modelo relacional que últimamente está en todas partes. Como es algo “moderno” (ya se hacía hace siglos, pero explícale tú esto a la gente), incluye relaciones interpersonales que siempre es un tema que llama la atención y, además, se mezclan temas tan jugosos como la sexualidad y los celos, pues apaga y vámonos.

Cualquier persona se ve capaz de dar su opinión sobre el tema, ya conoce a alguien poliamoroso, lo ha practicado, lo ha visto en algún sitio o ya te viene con su odio cargadito de prejuicios de casa. Y luego, claro está, tenemos al sector conservador de la sociedad que no quiere ni oír hablar de esto si no es para despreciarlo.

Y luego hay gente que no lo practicaría, pero lo respeta; gente que dice que lo respeta y luego para nada, y gente que lo respeta, lo practica y te entiende. Y luego están mis padres que, sinceramente, antes de decírselo no sabía en qué categoría estarían.

El poliamor y las relaciones no monógamas son de los pocos temas que conozco que la gente lleva a su terreno incluso antes de oírte contar su experiencia. Esta es la típica conversación en la que decimos que somos poliamorosos y las típicas respuestas (que os prometo son de manual y SIEMPRE dan):

  • Sí, somos poliamorosos, ¿sabes? tenemos varias parejas a la vez.

  • ¿poliamor? Pero… ¿y tu novio lo sabe? Uy, yo no podría, es que no me gusta compartir, pero yo lo respeto.

Absurdo, ¿no? Desacreditan tu experiencia, te comentan que ellos jamás lo harían cuando tú ni siquiera les has preguntado eso, inmediatamente después te dicen algo negativo para defender que sean monógamos (cosa que a mí me da igual, sinceramente, como si te casas y tienes 4 hijos) y cierran con un PERO YO LO RESPETO. Imagínate esta conversación con cualquier otro tema:

  • Sí, es que a mí me gusta mucho hacer yoga, ¿sabes? Lo disfruto un montón, me relaja mucho.

  • ¿yoga? Uy yo no podría. No es que no lo respete, ¿eh? Pero a mí estar ahí haciendo posturitas no me va.

No estoy buscando tu respeto, es mi modelo relacional y no tienes que darme permiso para vivir como yo quiera. Eso, para empezar. Para seguir, por favor, ¿puede dejar todo el mundo de defender su modelo relacional?

No hace falta que me expliques por qué a ti te funciona la monogamia, igual que yo no tengo por qué darte explicaciones de por qué estoy en relaciones poliamorosas. Pero claro, la monogamia es lo establecido, lo socialmente correcto, y yo soy la rara que tengo que estar todo el rato contando cosas de mi vida privada para que, simplemente, me devuelvan un: “pero yo lo respeto”.

Además, es de manual también, siempre defienden que son monógamos diciendo algo negativo. Siempre. Nadie me dice: “yo es que tengo relaciones monógamas porque es el modelo que más me gusta, disfruto dando todo mi tiempo y energía a una sola relación amorosa”. No, me dicen más bien: “es que no me gusta compartir” “soy muy celosa” “uff yo no podría, vaya jaleo”.

¿Nos damos cuenta de lo mal que suena todo? Si me defiendes la monogamia con estas respuestas, me tatúo en el pecho la palabra POLIAMOR junto con un corazón para siempre. Venga ya, es que no me jodas.

Así que me presenté a mis padres una noche llena de dudas de cómo iba a salir aquello, con ganas de contarlo, pero con miedos. Sé como son, no tengo nunca problemas con ellos, son de la generación “baby boom” pero bastante modernos, con ideas frescas, liberales, feministas. Entonces pensé, joder, les chocará, pero no creo que salgan pitando. Conocen a mi novio (uno de ellos) desde hace dos años ya.

Digamos que es el vínculo con el que decidí primero que queríamos ser poliamorosos, y lo hicimos. Pero para ellos era mi novio, “the one”, “el putito y único amor de mi vida”. Ay madre, cuando te diga que nunca habrá un solo único amor de mi vida. Porque también vosotros, mis primos, amistades, abuelos y hasta mi perro son amores de mi vida. Y ahora lo es mi otro novio, y mi nueva amiga, y quién sabe en un futuro.

Cenamos en nuestro restaurante familiar y todo iba guay, así que ahí que me lancé, a la piscina sin manguitos.

¿Les sorprendió? Claro. No entendían qué era eso del poliamor, ni cuantas parejas teníamos, no sabían cómo funcionábamos, si tenían que llamar novios a mis otros vínculos, si también vendrían a casa por navidad. Pero lo asumieron bien, me dieron apoyo, me dijeron que mientras ambos seamos felices ellos serían felices, que lo único importante era eso.

Hicieron algún comentario desafortunado, como por ejemplo que recordase que solo puedo tener hijos con uno (saben que quiero tener hijos, pero ni yo misma lo tengo claro ahora mismo, además de que es complejo, pero puedo tener hijos con varios, igual que hace la gente divorciada que vuelve a casarse, no te digo).

Y salí del restaurante agotada de responder preguntas, pero inmensamente feliz de poder ser yo misma con mis padres, de que conozcan mi realidad y sean felices con la idea.

Ahora solo falta decírselo a todos los demás. Venga, dadme ánimos.

TE FALTA PERREO.