Le puse los cuernos y no me arrepiento 

Se supone que cuando estás en una relación, sientes un apoyo mútuo, sois uno solo, confías en esa persona etc. Pero no siempre se puede tener eso por desgracia y ese fue mi caso. 

Era mi primer novio y como es el primer amor, estás loca perdida con esa persona, das todo lo que tienes y lo que no tienes, haces sacrificios etc. Como me sentía de bien al tenerle a mi lado y que ciega estaba. Sinceramente éramos dos niños, aunque él era 2 años mayor que yo. Nuestras familias se conocían y nosotros nos veíamos toda la vida juntos. Él era una persona bastante tóxica, pero claro, con esa edad, 17 años y con tan poca experiencia, cuesta mucho verlo. Como todas las relaciones, al principio todo es muy bonito.

Una no ve la realidad, hasta que pasa un tiempo.

Su familia me acogió como una hija más, me sentía muy bien cuando iba a su casa. Su madre, para mí, era como una amiga. Nos llevábamos muy bien, nos entendíamos y ella no entendía porque yo siendo como era, estaba con su hijo. Yo era una chica que estudiaba, buscaba un futuro, tenía planes, me bebía mis cubatillas, pero era sana. Él en cambio, era un chico que no buscaba nada más allá que salir de fiesta, fumarse sus porros y estar con sus amigos. El agua y el aceite. Hasta su madre me avisaba y yo no lo pillaba, fijaos lo ciega que estaba.

He de decir, que eso de los porros etc, lo descubrí más tarde, porque delante de mí no lo hacía. Cuando pasó un poco el tiempo, yo ya sabía en todo lo que andaba, pero me hacía la “ciega”, pero a veces discutiamos porque yo estaba harta de que siempre estuviera drogado, que se metiera en peleas y que se fuera con gentuza. Poco a poco, yo me sentía más vulnerable, no se cómo en tan poco tiempo dejé de ser yo, para solo centrarme en él. De repente me controlaba, me decía cómo vestir, con quien ir, me hacía maltrato psicológico, hasta robaba a mi familia dinero, para él (os lo contaré más adelante). Era muy dañino con las palabras, sabía dónde dar fuerte. Incluso, dejé mis estudios para poder pasar más tiempo con él. Son daños irreparables, pero superables.

Cuando me quedaba sola con su madre, intentaba abrirme los ojos, siempre me defendía y me daba muchos consejos. Era una pena, que una persona tan joven se perdiera de esa manera e hiciera tanto daño a los que tenía alrededor, porque no solo sufría yo, su madre bendita mujer, lo pasaba realmente mal. Como he dicho antes, sabía que decir para hacer daño, pero siempre tenía una frase en la boca que era: me arrepiento de no haberte puesto nunca los cuernos. Eso me lo repetía muchas veces, incluso cuando no discutíamos. Lo dejamos varias veces, pero siempre volvíamos. Hasta que abrí los ojos y vi en lo que él me había convertido, en una marioneta que podía controlar a su antojo. L

a última vez que volvimos y me dijo esa frase, la hice realidad pero al revés. Me invitaron a un cumpleaños en un pueblo perdido, bailé, bebí, me reí, disfruté, conocí a un chico y tuve algo con él. Al día siguiente tenía 37 llamadas perdidas de mi ex. Cuando le llamé, estaba hecho una furia, le dije que iba a su casa y que tenía que hablar con él. Cuando llegué, me preguntó que dónde estaba tal y cual y mi respuesta fue: 

En un cumple, con otro chico con el cuál he tenido algo, te he puesto los cuerno y ¿ a que no sabes que? que no me arrepiento. Por cierto, te dejo. La mejor decisión de mi vida.

Anónimo

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