Vivir sola es una maravilla. Lo he dicho mil veces y lo repetiría otras mil sin dudarlo, porque, aunque como todo en la vida, tiene sus partes malas, en general son todo ventajas. Entras y sales cuando quieres y con quien quieres y haces y deshaces a tu antojo. Sin embargo, el hecho de que nadie te controle, hace que muchas personas que viven solas hagan cosas que rozan lo vergonzoso. O que directamente lo son. Seguro que todos los que vivís o habéis vivido solos, os sentís identificados con alguna de estas situaciones:
Cenar patatas fritas, Cheetos…: ¿Para qué (o para quién) vas a cocinar?, si tienes ahí una bolsa de Pelotazos de la última vez que alguien vino a tomar algo a tu casa y te la puedes tomar viendo la tele y tirado en el sofá…
Bajar la basura en pijama: Cuando vives solo y la basura empieza a oler como si lo que sea que hay ahí dentro cobrara vida propia, no puedes esperar a que tu compañero de piso, padre, hermana, etc. salga para aprovechar el momento de ‘Ay, porfi, ya que vas, bájate la basura…’. Pues como estés, en pijama si hace falta, con tal de librarte de ese olor…
Meter la basura dentro de otra bolsa para que no huela: Es invierno, llueve y el cubo está a 3 metros de tu portal. Ya lo bajarás mañana cuando salgas a trabajar, mientras tanto lo metes dentro de otra bolsa y cierras la tapa del cubo. Huele igual, asúmelo, bájala ahora aunque vayas en pijama…
Comer sobre el fregadero para no fregar los platos: Lo he hecho yo, lo has hecho tú, lo hemos hecho todos. Y lo seguiremos haciendo. ¿Qué necesidad hay de fregar un plato para comerte un sandwich?, ¿o para cortar un poco de embutido? El fregadero, o una servilleta en su defecto, son suficientes.
No tener ni puta idea de cocinar: Vale, esto no aplica a todo el mundo, hay gente a la que se le da genial la cocina y disfruta muchísimo con las manos en la masa. Otros cocinamos al nivel de un estudiante de Erasmus y sobrevivimos a base de pasta, ensaladas preparadas y tuppers de mamá. Y pizza algún fin de semana…
Robar papel higiénico de algún bar: Tienes la nevera llena, no te hace falta comprar ni champú, ni pasta de dientes, ni nada, lo único que te preocupa en ese momento es el rollo de papel higiénico que está a punto de terminarse. Menos mal que esta tarde te vas de cañas y puedes aprovechar para robar un rollo del bar, que ya irás a Mercadona en un par de días cuando tengas algo más que comprar…
Cagar con la puerta abierta: Esto es así, nadie te ve, nadie te escucha, nadie te huele, no hay necesidad alguna de tener intimidad.
Tontear por el móvil con alguien mientras vas en pijama. De franela. Sin combinar: La otra persona crees que vas por tu casa de lo más sexy y la realidad es que estás tirada en el sofá con un moño, las gafas, la férula puesta y un pijama de cuadros de cuando Franco era corneta. Y tapada con la batamanta.
Tener una batamanta. Punto.
Pasear en ropa interior. O directamente en pelotas: Y bailar en pelotas… Cuando no temes cruzarte con nadie estando en casa te da igual como vas vestida. Total, ¿qué más nos da que los vecinos de enfrente nos vean?, es nuestra casa y vamos como nos dé la gana!
¿Y vosotros?, ¿cuántas de estas cosas hacéis o habéis hecho viviendo solos? ¡Seguro que con la boca pequeña confesáis más de una!
